Los niños con derechos, pero sin juego

CIENCIA CUÉNTICA 26/09/2018
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El modelo social de la discapacidad sostiene que ésta es la consecuencia de limitaciones sociales en accesibilidad y equiparación de oportunidades para una participación plena en igualdad de condiciones que las demás personas, donde el Estado crea las condiciones para una inclusión efectiva y el pleno disfrute de los derechos integrales.

Damos continuidad con el análisis de los parques infantiles por la importancia del juego en los niños, motivado por el estudio Sin acceso a mi ciudad (Ramírez, León Chambi, 2015), donde se demostró que las edificaciones de salud, educación y otras presentan barreras arquitectónicas como expresión de las barreras sociales por las cuales este grupo no puede ejercer plenamente sus derechos.

El juego por su mecanismo natural está arraigado genéticamente en el ser humano porque despierta la curiosidad, es placentero y permite descubrir destrezas útiles en la interacción con sus pares y de esta forma desenvolvernos en el mundo, de ahí la importancia en el aprendizaje del niño.

La ley 223 para las personas con discapacidad señala entre sus principios la igualdad en dignidad, no discriminación, inclusión, accesibilidad, igualdad de oportunidades. Por su parte, la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad destaca la accesibilidad a fin de que éstas puedan vivir en forma independiente y participar plenamente en todos los aspectos de la vida.

En atención a estos principios realizamos un estudio sobre las posibilidades de juego en espacios públicos para niños y adolescentes con discapacidad en la ciudad de Sucre, mediante la evaluación de tres variables: accesibilidad, seguridad y adaptaciones para su uso en tres parques grandes de los Distritos 1 y 2: Simón Bolívar, Mariscal Ayacucho y Libertadores, y tres parques menores de las zonas del Cementerio, FANCESA y El Tejar. Asimismo se aplicó una entrevista a madres de niños y adolescentes con discapacidad sobre su percepción de los espacios y formas de juego de sus hijos en estos espacios.

Los resultados muestran la necesidad de repensar las políticas de inclusión efectiva de los niños y adolescentes con sus pares; las barreras simbólicas y sociales sólo podrán ser superadas si el concepto del niño normotipo y de normalidad se modifica.

Los parques son los escenarios en los cuales los niños y adolescentes pueden practicar la experiencia de medir sus propias posibilidades en las diferentes situaciones de vida y que influye en todos los ámbitos de su desarrollo (sensorial, motor, lenguaje, emocional, social); sin estos espacios públicos, no podemos esperar esa experiencia en la interacción con sus pares.

Los padres de familia reclaman romper con los arbitrarios de juego para niños normales, esperan que se puedan abrir posibilidades de igualdad en dignidad y derecho a jugar en su ciudad, tal como señala la Ley 223.

Este grupo de niños con “discapacidad” no están enfermos, sino que tienen una diversidad funcional, es decir condiciones diferentes de movilizarse, pensar, comunicarse e interactuar con los otros, por ello, no pueden ser víctimas de la marginación y la exclusión de los espacios públicos. De no modificarse los espacios de inclusión en el juego y en la vida misma la sociedad no se educa, y los derechos de este grupo no irán más allá de un deseo.

No tengo una discapacidad, tengo una habilidad diferente (Hensel)

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