Turismo funerario

EDITORIAL 04/11/2018
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La fascinación del ser humano por la muerte es inherente a su naturaleza y está ligada a sus orígenes culturales. Por ello, no resulta extraño que el turismo funerario sea considerado uno de los mayores atractivos de las ciudades.

El funerario es uno de los tipos de turismo y, aunque antiguo –como la fascinación por la muerte–, se ha revalorizado tanto que ahora no sólo existen agencias de viaje especializadas en ese tema sino hasta redes que están dedicadas a su estudio. Es el caso de la Red Iberoamericana de Valoración y Gestión de Cementerios Patrimoniales que realizará en Cochabamba, del 6 al 11 de este mes, su encuentro número 19. Lo que busca esta red es revalorizar los cementerios para que no sólo se los considere un lugar destinado al depósito de restos humanos sino, fundamentalmente, como un reflejo de sus ciudades y repositorio de sus memorias.

En ese sentido, el cementerio de Sucre, que tiene rango patrimonial, es uno de los puntales para el establecimiento de una filial de esa red en Bolivia. Su disposición, el mantenimiento que recibe y el atractivo de muchas de sus tumbas lo convierten en un indudable atractivo para las personas que visitan la capital del Estado.

Los cementerios son los lugares que ocupan los primeros lugares en el turismo funerario ya que son verdaderos repositorios donde se halla el testimonio de otro tiempo. También es, para muchos, la oportunidad de acercarse, aunque sólo sea un poco, a personajes a los que admiraron u odiaron, o no coincidieron en el tiempo. ¿Quién no ha sentido la curiosidad de visitar tal o cual tumba de algún personaje destacado?

Esa es la razón por la que hay tantos visitantes a las tumbas de personajes famosos como Napoleón Bonaparte, Leonardo Da Vinci o los más conocidos reyes de Europa. Como un dato que debería servirnos de reflexión está el hecho de que los restos del Che Guevara, que estaban en Bolivia, fueron depositados en un enorme mausoleo construido expresamente para ese fin en la Plaza de la Revolución en Santa Clara, Cuba, y ahora reciben miles de visitantes por día.

En el caso del cementerio de la capital boliviana, allí están depositados los restos de muchos personajes ilustres pero, debido a su construcción, destacan las tumbas del príncipe de la Glorieta y el presidente Gregorio Pacheco.

El cementerio de Potosí no tiene esas características pero los dos expertos de la red que llegaron a Bolivia, uno argentino y otro colombiano, encontraron que posee una peculiaridad, sus pabellones o mausoleos gremiales que son como pequeños camposantos dentro de uno mayor. Eso serviría para ofrecerlo como un atractivo turístico al que se puede agregar sus “almas milagrosas” como Feliciano Berno y el padre Severo Catorceno.

Y fuera de esos dos cementerios están los templos coloniales en los que la gente era enterrada hasta antes de la construcción de aquellos. Tanto en Sucre como en Potosí todavía se conserva restos de personalidades que fueron importantes en el periodo virreinal. Como entre estos existen marqueses y condes, es otro atractivo que puede habilitarse como tal.

Pero la mayor atracción en lo que a turismo funerario se refiere es la festividad de Todos los Santos y los fieles difuntos que, según refirieron los dos expertos, tiene características que la hacen única en el mundo, distinta, inclusive, de la fiesta mexicana de los muertos.

Como se ve, las dos ciudades patrimoniales de Bolivia poseen verdaderas vetas sin explotar en el turismo funerario, un tipo de atractivo que podría implementarse, mediante circuitos permanentes, con más imaginación y voluntad que recursos económicos.

 

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