Otra cosa es con guitarra

ENERGÍA E HIDROCARBUROS 03/12/2018
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Estimado lector, confieso que escribo estas líneas horrorizado e indignado por lo que sucede en la frontera mexicana-estadounidense. Aproximadamente 5.000 centroamericanos, hombres mujeres y niños –la mayor parte hondureños– después de haber caminado casi 5.000 kilómetros desde su tierra, atravesando México de sur a norte, han llegado a la frontera llenos de esperanza de poder emigrar a EEUU y se han topado con muros y sobre todo con una especie de serpiente mitológica interminable de alambre de púas de casi dos metros de alto.

Resulta casi imposible imaginar la decepción de miles de latinoamericanos que han abandonado su tierra en búsqueda de otra prometida y se han tropezado con una brutal negativa, pues ahora han llegado a la frontera y están durmiendo al aire libre en suelo mexicano en un campamento improvisado. No sabemos qué sucederá en el sur de EEUU, pero no ha de pasar mucho tiempo sin que esa horripilante serpiente con púas se vea teñida con sangre de desesperados emigrantes. Lamentablemente, además de esta situación, México tiene muchos otros grandes problemas. Entonces hablemos de energía.

El 1º de diciembre, el gobierno electo comenzó a enfrentar un panorama energético conflictivo. Hace años la producción mexicana de petróleo llegaba a tres millones de barriles por día, ahora es de un millón 800 barriles por día. Después de una apasionada discusión interna, México –el sinónimo del control estatal de la energía– adoptó un nuevo sistema energético para lograr mayor producción, mejor abastecimiento interno y ampliar sus corrientes de exportación.

Ironía de ironías, se logró instituir la reforma energética cuando el precio mundial del petróleo se desplomó a niveles nunca conocidos. Las inversiones que se anticipaban para exploración y aumentar la producción local, se esfumaron como por arte de magia. Más aún, el principal opositor a la adopción del nuevo plan energético era el actual presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que, inclusive logró una manifestación de apoyo a su causa, de un millón de habitantes en la plaza principal de Ciudad de México (el Zócalo).

Al efecto negativo de la caída de precios del petróleo, se sumó la candidatura de AMLO, por tanto las inversiones no retornaron como se esperaban, ni aumentó la producción de petróleo, que se pronosticaba. Menuda tarea la de AMLO de impulsar el desarrollo energético del país, no obstante su oposición al mismo.

Con este motivo, el pasado 29 de septiembre, en el ex Convento de San Hipólito, AMLO acompañado de su Secretaria de Hacienda y el próximo director de Pemex (Petróleos Mexicanos) sostuvieron una gran conferencia de prensa. La nota inicial la dio AMLO indicando que su gobierno piensa en el México del futuro y no está en plan de investigar o enjuiciar posibles errores, porque por la información que se está haciendo disponible para todos, se puede ver que los problemas de Pemex son tan grandes que no se debe perder el tiempo ni dispersar colaboradores y que inicialmente solicitará 79 mil millones de pesos para el rescate de Pemex en 2019. Asimismo, indicó que se respetaran todos los contratos petroleros suscritos anteriormente.

La conferencia antes indicada, fue un gesto político muy diferente a los acostumbrados, porque uno de sus grandes objetivos era que todos los asistentes conozcan en detalle la situación real de Pemex en el lado técnico y económico y, así también, en el descomunal problema de beneficios sociales de los trabajadores petroleros. La información por escrito fue entregada a todos los asistentes, inclusive se invitó a que soliciten mayores datos de la administración saliente. En esa conferencia, el tema fundamental era cómo volver a una producción de tres millones de barriles por día en el país.

Parecería que AMLO pretende un sistema de gobierno moderno pero no totalmente alejado de sus ideas originales de control de los recursos naturales por medio del gobierno.

En general, sobre todo con la actual administración estadounidense, AMLO tiene que distensionar las relaciones entre ambos países, porque además del problema de los emigrantes en la frontera, el tema energético tiene muchos otros problemas adicionales. No salió de las sombras del ex Convento de San Hipólito el problema de las tortillas mexicanas.

México no produce suficiente maíz para elaborar las tortillas que son la base de su dieta tradicional. A la fecha enfrenta un déficit de producción de 120 mil toneladas métricas por año, que pueden ser importadas de EEUU y, además, necesita importar el gas natural necesario para la elaboración de esas tortillas y ese energético también está disponible en EEUU. El precio al consumidor será muy diferente al que se está acostumbrado.

Como AMLO debe estar viendo, gobernar ese México lindo y querido con la guitarra en la mano es muy diferente a lo que él pintaba a sus simpatizantes en el Zócalo.

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