Oposición dentro de la oposición. Esa es una de las muchas conclusiones que arrojan los resultados finales y oficiales de las elecciones primarias que fueron presentadas ayer por un Tribunal Supremo Electoral (TSE) estremecido por una nueva renuncia, la de la vocal Dunia Sandoval.
Pero veamos primero las cifras:
Los resultados revelan —más bien confirman— un alto porcentaje de ausentismo nada menos que entre los militantes de los partidos políticos y las alianzas que pretenden participar en las elecciones de octubre. Aquí nos encontramos con la dicotomía de que, teóricamente, las personas que figuran en las listas de organizaciones políticas se inscribieron en estas voluntariamente pero, a la hora de participar en la vida orgánica de esas entidades, simplemente les dieron la espalda.
La oposición tiene un buen argumento para justificar sus bajas cifras de votación: instruyeron a sus militantes que no asistan a votar. No obstante, en ese marco, lo lógico es que haya votado una sola persona pero, en realidad, todos registraron alguna cantidad de votantes. El detalle es que no todos fueron a votar por los postulantes a la candidatura sino que lo hicieron en blanco o pifiaron su voto. En otras palabras, expresaron disidencia con su candidatura.
La Alianza Bolivia dice No, por ejemplo, registró 18.592 votos, el 6.36% de sus militantes inscritos, y, de todos estos, 5.256 votaron blanco o nulo. En términos porcentuales, esta agrupación tiene un 28.27% de opositores a su binomio presidencial.
Algo parecido ocurrió con las otras agrupaciones opositoras. En el caso de la alianza Comunidad Ciudadana (CC), que postula a la presidencia al expresidente Carlos Mesa, 3.946 personas, de un total de 4.999 inscritos, acudieron a votar pero solo el 78.94% de aquellas lo hicieron por su binomio. El 21.06%votó blanco o nulo expresando así su desacuerdo con su binomio. Es previsible que entre estos haya militantes del Frente Revolucionario de Izquierda (FRI) que prácticamente se diluyó cuando Mesa se alió a otras agrupaciones para dar paso a CC.
Los demás casos de la oposición están en una situación similar así que tampoco pueden cantar victoria. Ellos tienen sus propios opositores y uno de sus desafíos será superar sus disidencias internas.
Mayor atención concita el del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS) que no llegó al 50% deseado públicamente por el vicepresidente García. Los datos publicados por el TSE en su minisitio de internet revelan que, sobre la base del 96.14% de las actas escrutadas, apenas fue a votar el 40.45% de su militancia y, de los votos emitidos, el 10.43% son de disidencia; o sea, blancos o nulos.
No obstante, existe un detalle a tomar en cuenta: la acelerada variación de los votos del MAS. Cuando se reportó el 94.22% de las actas transmitidas, el domingo por la noche, la participación de votantes era del 36.56%. Dos días después, con el 98.85% de actas computadas, la participación subía al 44.76%. Este drástico cambio coincidía con los reclamos masistas contra el TSE.
Devaluado hasta niveles pocas veces vistos, el tribunal electoral no aclaró ninguna denuncia. Ni siquiera se refirió a las imágenes, varias veces transmitidas en las redes sociales, de delegados del MAS marcando varias papeletas.
A eso se suma la renuncia de Sandoval que, además, revela secretos a voces: que las primarias se adelantaron para legitimar al binomio oficialista, que la habilitación de esa candidatura fue ilegal… en fin. El Gobierno no desmintió esas versiones y se limitó a atacar a la denunciante.