En las primarias impuestas por el Movimiento al Socialismo, llevadas a cabo el pasado domingo 27 de enero, su propia militancia se encargó de darle la estocada al binomio Evo Morales y García Linera al no alcanzar ni el 40% de votos válidos, reprobación democrática que representa la degeneración inevitable del régimen oligárquico y dictatorial al ocultar una realidad, una hostilidad hacia la democracia. Esta contundente reprobación de los ciudadanos de su militancia no sólo es para el binomio ilegal, antidemocrático y anticonstitucional del MAS, sino que es también el descredito y desconfianza final del Tribunal Constitucional, Tribunal Electoral, Asamblea Legislativa controlada por el MAS, cuerpo diplomático y movimientos cocaleros del Chapare.
En democracia, el voto en contra de sus militantes y la crecida abstención es un desprecio a los que permiten la máxima omnipotencia frente a los ciudadanos que en el referéndum del 21F le apuntaron No a la perpetuación en el poder, esta forma de neutralización que penaliza gravemente al partido de gobierno, además infligido por sus propios árbitros configura un rechazo a la continuación del populismo del MAS y el triunfo de la democracia, la Constitución y del 21F.
Estos resultados del despilfarro económico y derrota política son un sacudón de responsabilidad de dimensiones al no haberse evitado el respeto del artículo 168 de la Constitución que se manifiestan desde la perspectiva constitucional en la extinción de autocandidaturas de dirigentes que antes de la alternabilidad democrática en el Estado de Derecho persisten transitar en función de su fidelidad al servicio de la violación de los derechos fundamentales, derechos humanos y políticos, típico estilo de dictadores o megalómanos del poder.
En epílogo preliminar, al binomio del MAS le queda un camino: anclar y respetar la democracia o en su defecto convocar a elecciones anticipadas porque su mandato, inconstitucional de 2014-2019 y su militancia, prematuramente les han dicho que se vayan porque su ciclo de descomposición institucional ha fenecido, pues ya no hay base social que los legitime. Si un 65% de su militancia lo reprueba, quiere decir que del total del electorado nacional aproximadamente dos tercios de ciudadanos están firme y radicalmente por la democracia y no por la dictadura de Evo Morales y García Linera.
En conclusión, son y siguen siendo ilegítimos, antidemocráticos e inconstitucionales y en consecuencia deben renunciar y deben recomponer la democracia convocando a elecciones generales anticipadas.