Como no podía ser de otra manera, instituciones importantes y serias como la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia y sus dependencias en la ciudad de Sucre: la Casa de la Libertad y el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, se han dirigido al señor Alcalde Municipal expresando su preocupación por el futuro del Plan de Rehabilitación de Áreas Históricas y de la Escuela Taller, ante el anuncio de que la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) dejará de financiar los recursos para cubrir los sueldos del personal local.
Dejar a Sucre sin su Escuela Taller y sin el PRAHS, a pesar de las críticas que pudiera haber sobre este último, sería trágico para nuestra ciudad. La sugerencia de que el Gobierno Municipal de Sucre asuma la responsabilidad de financiar el sostenimiento institucional es por supuesto una opción, pero no hay que resignarse sólo a esa posibilidad. ¿Cómo es posible que ante esta mala noticia no se haga ninguna gestión por parte de las autoridades locales? ¿Estamos otra vez ante un caso de negligencia oficial?
Alguna o algunas razones tendrá la AECID para haber tomado esa determinación después de más de 20 años de ayuda para la conservación de nuestro patrimonio y la noticia sólo llega como decisión. ¿Se habrá cansado de la ineficiencia local? ¿Estaremos siguiendo el camino de nuestro hermano departamento de Potosí que tampoco reaccionó a tiempo y que está a punto de perder su título patrimonial? Es pues algo que nuestras autoridades deberían saber y explicar.
Toda ciudad digna de respeto, administrada por autoridades responsables, lo primero que hace es conservar su patrimonio, planificar el crecimiento y hacer respetar las normas. En Sucre, la emblemática torre de la Catedral está en riesgo, así como las de San Miguel y La Recoleta, los techos de San Felipe en similar estado, el techo de la capilla de la Virgen de Guadalupe se cayó durante sus celebraciones, el Palacio de la Glorieta en riesgo y, cuando no lo estaba antes de la riada, servía de sitio de turismo para vergüenza de los encargados de llevar visitantes porque tenían que mostrar pobreza, pésimo mantenimiento, descuido y falta de imaginación; es decir, una infraestructura que rodeada de jardines podría ser un hermoso museo de atracción internacional. El puente Sucre sobre el río Pilcomayo en camino a desplomarse, como ocurrió en su tiempo con el puente Arce, otra reliquia perdida por la crónica irresponsabilidad que nos caracteriza.
Estas son verdades que hay que decirlas como son para tratar de hacer reaccionar a autoridades y ciudadanos. Basta de torcer la verdad y hacer aparecer como triunfos los fracasos, como el crédito BID perdido. La política nos está haciendo un daño irreversible porque cada vez hay menos excepciones, hasta los cívicos se meten insólitamente en temas como el de las matrículas universitarias por ejemplo, cuando hay tantos y tantos problemas que requieren una acción inteligente y consensuada.
Lo peor de todo es que hay autoridades municipales que cuando se dicen las cosas como son y cuando se llama pan, al pan y al vino, vino, dicen que son típicas de gente negativa y pesimista. ¿Creerán que lo positivo es seguir cobrando sus sueldos sin hacer nada? A ver si reaccionan de una vez. Es urgente no solamente pedir que el presupuesto municipal incluya los ítems que dejará de cubrir la AECID, sino exigir que se haga gestión especialmente municipal para evitar que se mantenga esa decisión, motivada acaso precisamente por el cansancio de las instituciones internacionales por la inoperancia y la inacción.