Aunque la URSS desapareció hace 30 años, la herencia política e ideológica, ya sea estalinista o trotskista, y tal vez con más intensidad, la del reformismo de Nikita Jrushchov, sigue influyendo sobre nuestras luchas políticas y la toma de decisiones concerniente a la gestión y políticas públicas.
El proyecto de rehabilitación para la fundición Karachipampa de plomo, plata y zinc (2013-2018), parece constituir una evidencia clara y contundente de aquello, en tanto: 1. La concepción, diseño y ejecución del proyecto mismo, no podría explicarse sin considerar las interacciones de la cooperación soviética para los países “emergentes” (como ellos denominaban a los países “subdesarrollados”) y varios gobiernos bolivianos a partir de la Revolución Nacional 2. Karachipampa se instaló en buena medida con tecnología de la URSS.
Viendo la perspectiva sociopolítica, el proyecto de Karachipampa, si bien concebido al promediar la dictadura de Hugo Banzer Suárez (1971-1978), implicó una relación de continuidad, tanto con el “desarrollismo” de la Revolución Nacional, como con la Estrategia de Desarrollo Nacional (1971-1991) que José Ortiz Mercado diseñó por encargo del presidente Ovando (1969-1970), y que luego sería adoptada como plan oficial de desarrollo por el gobierno de Juan José Torres (1970-1971).
Al margen de las diversas facetas de “la estrategia” de Ortiz (anticipándose incluso en algunos de sus postulados a la Participación Popular de 1995), ésta se inclinó a conformar alianzas con los países del bloque del Este y la URSS para la implementación de megaproyectos de industrialización y modernización económica con base en la explotación de recursos naturales.
La construcción de Karachipampa se licitó en 1979 para producir lingotes de plata, plomo y zinc a partir de concentrados de los tres minerales, no obstante, su instalación se realizó como política prioritaria durante el último gobierno de Siles Suazo (1981-1985). Aunque su financiamiento se obtuvo de Alemania Occidental, la tecnología implicada en la primera parte del proceso se adquirió de la URSS: el horno Kivcet para obtener el “bullón” de los tres minerales. La tecnología para la segunda fase, y dicho grosso modo, la refinación del “bullón”, se adquirió de Bélgica.
¿Hubo alguna relación política entre la adopción de tecnología soviética y la dirección del Ministerio de Minas a cargo de Carlos Carvajal, militante del Partido Comunista, y la propia partición de José Ortiz Mercado como canciller de Siles Suazo durante el gobierno de la UDP? Como sea, la instalación de Karachipampa no estuvo bien planificada: el abastecimiento de concentrados resultó insuficiente para producir a precios rentables. La fundición se concluyó en 1984 costando unos 200 millones de dólares, pero no llegó a encenderse a raíz del mencionado problema.
El gobierno de Evo Morales, acaso por influencia del Comité de Defensa del Patrimonio Nacional (Codepanal), entre cuyos militantes destacados cabe mencionar a Carlos Carvajal, declaró a la rehabilitación de Karachipampa (DS 1451 del 04/01/2013) como máxima prioridad del Estado. Al parecer, se invirtieron siquiera 60 millones de dólares con esos fines; sin embargo la planta produjo sólo algunos lingotes entre fines de 2017 e inicios de 2018. Desde entonces, la cuestión de Karachipampa prácticamente no se ha vuelto a mencionar en los medios de prensa más poderosos del país ¿Otro pacto de silencio?