La sociedad zombi

CIENCIA CUÉNTICA 03/04/2019
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En ese proceso de limpieza, la gente estaba con escobas, aspiradoras, trapos reciclados (algunos de viejas poleras), trapos nuevos anaranjados recién comprados, guantes anaranjados y amarillos, cabezas tapadas con gorras y pañoletas…

En ese proceso se encuentra una pared, la cual parecía estar vacía del otro lado, además que no correspondía a aquello que conocían los “más antiguos”, se golpeó suavemente y hubo una respuesta de vacío, muestra que del otro lado había un vacío que provocaba la intriga, así que los golpes aumentaron de intensidad como intentando intuir qué había detrás, a semejanza de la película “En busca del tesoro”.

Es ahí donde la imaginación voló y aparecieron tres dimensiones que superaban espacio y tiempo, cual zombis que regresan: no lugar, a lugar y lugar, el no lugar expresado como la posibilidad de aquellos que buscan hallar su espacio perdido en el encuentro con el arca perdida del conocimiento; el a lugar expresado en aquellos que no encontraron y no encontraron un lugar, eso debido no a que sean críticos, sino que lastimosamente tienen posturas y formas de ser que aparentemente gustan, pero como incomodan tienen una aparente aceptación; los del lugar, son personas que encontraron su lugar, lo disfrutan, aun cuando muchos parecen que cuestionan su zona de confort, pero no hacen nada para cambiar.

Pero sigamos, con los golpes que daba a la pared, se hundió un poco y salió impactante la imagen de un joven triunfante que vestía con una toga, salía con una mirada de quien no tiene la certeza de lo que pasa, pero con una actitud de ser el triunfador, mientras se sentía un murmullo por dentro de quienes hablaban y discutían, la persona humilde iba cambiando su rostro, y de la amabilidad descrita pasó a un rostro duro, de aquellos que saben que adquirieron un nuevo poder y lo deben demostrar.

Posteriormente salió una especie de sombra con un halo multicolor y multisigno, como la de aquellos que saben cuál y en qué momento usar, de esa manera su presencia mostraba para unos una sonrisa, a otros ignoraba, pero eso sí miraba a todos como queriendo ser reconocido y saludado, era la imagen de quien debía mostrar que estaba saliendo del Olimpo por méritos propios, había dado su veredicto y no podía comentarlo.

Después se sintió una especie de fuerza que salía y provocaba una especie de desequilibrio, eso en semejanza a una honda expansiva de un detonante que emergió de críticas a un trabajo mal hecho, pues en medio de su hablar, entre pausado y vociferado, se podía intuir que sus lecturas, sus conocimientos, su gran sabiduría no eran tomados en cuenta; su mirada, cual dardos de fuego, se dirigió donde el joven, quien despojado de su toga, ya con la tranquilidad de quien se sabe vencedor, no bajó la mirada, para así con porte desafiante mostrar que podía hablar cara a a cara con aquel que salía, pues era la persona que ahora ocupaba el “no lugar” que probablemente uno de los de adentro dejaría libre.

Salió uno entre triste, contento, con esos rostros difíciles de identificar, hizo un paneo (como dirían los camarógrafos), vio lo que pasaba descubriendo que los tres que habían salido hacían como si lo vieran, pero mostrando que su presencia no era tan de su agrado, ahí entendió que al fin encontró su a lugar (no lugar), pues sabía que sus opiniones eran interesantes, pero que simplemente cual viento otoñal pasaban como silbidos que hacen caer hojas y dejan cual hojarasca académica el piso del templo sagrado del Olimpo académico.

Es así que sintieron que era la nueva sociedad o cultura zombi, que no era necesario quedarse embobados ante el televisor o en una sala de cine, esperando ver el estreno de la nueva serie de muertos vivientes, sino que había cantidad de zombis quienes participaban continuamente de la ciencia cuéntica cotidiana, expresando sabidurías poco justificadas, pero eso sí, argumentadas desde una aparente lectura y profundidad nada sustentada, así lentamente el aire se fue diluyendo y se abrió un nuevo boquete, entre la ciencia con conciencia confrontada con la de los arlequines del conocimiento, que en medio de saltimbanquis, quedaban con la mirada perdida entre continentes y contenidos.

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