Una vez tuve la oportunidad de visitar Guatemala, un país con muchas similitudes con Bolivia. No solamente por su gente, también por sus características geográficas. Tiene montañas, valles, bosque tropical y hasta un altiplano.
Llamó mi atención las grandes zonas forestadas en las montañas bastante áridas. Se veía como yendo por la primera parte de la carretera a Ravelo, pero mucho más extensas. Pregunté a mis acompañantes: ¿cómo lo han logrado?, ¿y parece que se sigue incrementando?
Entendí que son programas pagados por el Estado, en los que se involucra a las comunidades indígenas, que son pagadas por plantar los árboles y cuidarlos los primeros cinco años, hasta que las plantas tienen seguridad de sobrevivir. Los pagos se realizan cada año, de acuerdo al porcentaje de plantas sobrevivientes. Obviamente, los felicité con tan interesante logro.
La idea del cuidado pagado por los habitantes de las zonas me parece interesante. Podría servir para Sucre, que emplea bastantes esfuerzos en forestar áreas, quebradas y cerros, pero no siempre con mucha sostenibilidad.
Un ejemplo: Camino regularmente por la quebrada que baja desde la final de la calle La Paz hasta Aranjuez Bajo. Está a 10 minutos de caminata desde la Plaza 25 de Mayo y tiene su encanto: hay bastante vegetación natural en ambas laderas, que a su vez dan hábitat a diferentes tipos de aves. Hay una choza rural pintoresca, aunque cada vez más negada, descuidada y acosada; con mejor suerte hubiera sido un sitio histórico.
La quebrada puede ser considerada como un área natural al borde del centro de la ciudad, si no fuese que desde diferentes lados, aparentemente, se la está intentando de llenar con tierra, escombros y basura. No me queda claro cuál es el plan municipal, porque a la vez cada año, muy acertadamente, plantan árboles al borde del camino, de los cuales hasta ahora la mayoría no permanece porque no sobreviven la época seca, son comidas por las cabras o simplemente aplastadas por basura o tractores.
Me imagino que replantar cada año tiene su costo. ¿No se podría utilizar este dinero para remunerar a algunos vecinos que cuiden los arbolitos? Ellos o ellas deben participar en la plantación, en la época adecuada, y recibirán un pago de dinero por cada árbol asignado y por cada año que sobrevive, hasta un máximo de cinco años. Puede ser un ingreso interesante para las familias y un ahorro para la Alcaldía, ya que no necesitaría enviar cuadrillas de trabajadores/as. Además, crearía conciencia en los vecinos sobre la importancia de cuidar la naturaleza en su alrededor. El cuidado incluye proteger las cabras u otros animales, evitar que la gente dañe las plantas por echar basura y regarlas en épocas críticas.
Creo que todos estamos de acuerdo con la importancia de tener vegetación en plazas, laderas, parques y toda área libre, para crear un ambiente agradable, limpiar el aire y amortiguar el sonido. Y se nota un deseo de la población y de autoridades de fomentarla. Hay que buscar la forma más eficaz e impactante de hacerlo. Remunerar el aporte de los vecinos para cuidar un bien común podría ser un estímulo que hace la diferencia.