Farsa de Bs 100

12/04/2019
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¿Qué pretendía el ministro cuando dijo que 100 bolivianos bastaban para cubrir la canasta familiar? ¿Graficar la supuesta bonanza económica de la que disfrutamos los bolivianos?

Si fue esto último, lo primero que tenemos que ver

es si la bonanza existe

Fue el Ministro de Economía, nada menos que aquel a quien el Gobierno adjudica su supuesto éxito económico, el que afirmó que 100 Bolivianos pueden cubrir el costo de la canasta familiar y el país se escandalizó. Y con razón ya que nadie en su sano juicio, y mucho menos quienes deben comprar diariamente lo necesario para subsistir, puede hacer semejante cálculo.

El Gobierno tampoco pudo sostener la andanada de críticas y se limitó, otra vez, a lo formal. Unos dijeron que ese dinero es para un día mientras que otros afirmaron que es para tres. Pero multiplicar un día o tres por la cantidad promedio de integrantes de una familia complica más las cosas y peor cuando todavía no se ha definido el porcentaje del incremento salarial.

¿Qué pretendía el ministro cuando dijo que 100 bolivianos bastaban para cubrir la canasta familiar? ¿Graficar la supuesta bonanza económica de la que disfrutamos los bolivianos? Si fue esto último, lo primero que tenemos que ver es si la bonanza existe. El tema ha sido y sigue siendo debatido por los economistas debido a que detrás –o adelante– de la coyuntura está una deuda externa que tendrá que ser pagada en algún momento. Es decir… la población siente estabilidad económica pero no sabe que ésta se debe, en gran medida, a empréstitos acordados a lo largo de esta ya dilatada gestión. El argumento de que la bonanza se debe a que ahora el país disfruta de las utilidades de las empresas capitalizadas, que antes iban a parar a las arcas de las transnacionales, no termina de convencer porque no sólo es alto el nivel de inversión pública sino también de la corrupción. Para ponerlo en otras palabras: es mucho lo que se invierte pero también es mucho lo que se roba.

Ahora bien… ¿la estabilidad es real o montada? Por una parte está el congelamiento del dólar. Desde hace años, la divisa norteamericana se mantiene en una cotización invariable, 6.96, y en algún momento de la historia de este gobierno incluso descendió en su relación respecto al Boliviano. Ese hecho puede advertirse en las cifras pero… ¿qué tan sostenible es? Que el dólar esté congelado en Bolivia no significa que pase lo mismo en el resto del mundo así que cuando los importadores tienen que cambiar moneda se encuentran con la realidad: afuera, el dólar sí ha subido así que el monto a pagar es mayor. Por tanto, el costo de las importaciones sube pero debe enfrentarse a la realidad de un país que mantiene artificialmente la cotización del dólar.

Pero que el dólar esté congelado no significa que no hay inflación. El Gobierno también ha creado un nuevo tipo de cotización, el de la Unidad de Fomento a la Vivienda (UFV), que supuestamente debe servir para cubrir los costos de las viviendas sociales pero, en los hechos, lo que hace es reflejar una inflación que sí existe. Si se revisa su cotización histórica a través de los periódicos –pues este ha sido retirado del cibersitio oficial del Banco Central de Bolivia– se verá que se ha incrementado notoriamente y actualmente está a punto de llegar a 2.30.

Entonces, lo que ocurre en Bolivia es que sí hay inflación pero el Gobierno se empeña en ocultarla con fines electorales. Si la gente percibe que el dólar está congelado, que los precios supuestamente no suben, entonces cree que hay estabilidad económica y tiene ganas de votar por el Gobierno que se la ofrece, sin importar que, al hacerlo, esté violando la Constitución Política del Estado. Por eso es que es el mismísimo Ministro de Economía el que afirma que 100 bolivianos son suficientes para cubrir la canasta familiar, aunque eso signifique privarse de elementales necesidades biológicas.

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