El problema que está siendo señalado con mayor frecuencia, es que estamos al borde de un colapso financiero mundial. La palabra crisis ocupa los medios de comunicación y las redes sociales. Crisis significa cambio. Por tanto, es tiempo de cambiar proactivamente; no solo como slogan político al que nos tratan de acostumbrar, sino como una reacción efectiva ante lo que ya es una realidad mundial, y esta vez de características graves.
Es necesario compartir lo que viene, porque estamos con mayorías de población desinformada, y, son precisamente los pobres, los que soportan los rigores de las crisis. En la pirámide de población mundial, había un pequeño sector de ricos, una mayoría de clase media y otra minoritaria de pobres. Los objetivos de una alianza internacional de políticos y banqueros, ha tratado de borrar las peligrosas clases medias, y agrandar las masas de ignorantes pobres, enriqueciendo aún más esas élites y poderes mundiales, siguiendo la lección del banquero: “Dadme el control del dinero de una nación, y no me importa quién haga sus leyes”.
La crisis actual, es consecuencia de la incontrolada pérdida del valor adquisitivo del dinero, la corrupción, la desmedida deuda pública, el valor real de las jubilaciones y la seguridad social, la caída del precio de las materias primas, la brecha entre ricos y pobres, etc. Basta comparar el poder adquisitivo del dinero 20 años atrás con el actual, el deterioro de su poder adquisitivo es alarmante a nivel mundial. Y, lo peor está por venir, porque las fábricas de billetes están trabajando sin pausa, para emitir moneda de papel, con la pretensión de equilibrar la gigante deuda pública que tienen todos los países, encabezados por EEUU y China, mediante un reseteo monetario global en marcha.
No solo son estos problemas, se agregan: La falta de fuentes de trabajo, porque ahora la competencia con el uso del internet, ya no es solo nacional sino mundial; hay miles de técnicos calificados, que se pueden contratar por las empresas, en países con costos relativamente bajos en varias partes del mundo. La robótica y la inteligencia artificial, están sustituyendo el trabajo de profesionales, choferes, secretarias, y trabajadores en general, con la automatización, y trabajo 24 horas del día, sin incrementos salariales ni beneficios sociales que los gobiernos al imponer a ciegas, promueven la búsqueda de esas soluciones cuyas consecuencias, son cada vez menos fuentes de empleo seguro, más trabajadores temporales y mayor población desocupada. Ningún título universitario garantiza nada para lo venidero.
Competir en industria frente a China; en comercio frente a “Amazon” y otras líneas de distribución mundial, resultan retos imposibles; porque son poderes tecnológicos que nos obligan ver la crisis, como la necesidad de un cambio radical y la búsqueda de nuevas oportunidades. Mantenerse inmóvil en tiempos de crisis es muerte; los que tienen oportunidades en estos tiempos, son los que se adelanten al cambio, los que se embarcan en el centro de la corriente del río, porque la mayoría de la población duda, esconde la cabeza como el avestruz. Entre tanto, los emprendedores creativos, los innovadores, voltean sus paraguas para captar y conservar el agua de las lluvias, mientras los más, se cubren.
Este modelo que hace a los ricos cada vez más ricos, y a los pobres cada vez más pobres; que elimina las clases medias porque es un segmento de población contestataria, informada y con aspiraciones de libertad y democracia, es la llamada a impulsar el desafío actual: ¿Estamos con los nuevos paradigmas, o nos quedamos con lo viejo?... Ingresamos en la era de la moneda digital, del oro y las criptomonedas; ingresaremos donde están las grandes empresas mundiales, Apple, Google, Amazon, Facebook, etc. Nuevas empresas que hace poco no existían, y otras que surgirán como fruto de la innovación, la creatividad y el emprendedurismo. Finalmente, seguiremos viviendo del pasado, deshojando margaritas… (¿?)