El acto de elegir en Buchanan

Libertaria Luis Christian Rivas Salazar 29/05/2019
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El intercambio debe ser el punto de partida para nuestras investigaciones y pesquisas económicas, decía James M. Buchanan en “La perspectiva de la elección pública” en sus ensayos sobre economía política (Alianza editorial, 1990). Esta visión cataláctica de las cosas, también desarrollada por F.A. Hayek, nos puede ayudar a comprender “economía”, “ciencia política”, “gobiernos”, “mercados”, “sector privado” y “sector público”, como una acción colectiva, pero desde una toma de decisiones individuales que se refleja en intercambios o acuerdos complejos. Mientras, la economía trata sobre intercambios libres, la ciencia política observa intercambios no voluntarios por existir factores que intervienen en las decisiones como el poder y la coerción.
Buchanan nos dirá que la política es una estructura compleja de intercambios entre individuos. En esta estructura, los individuos tratan de lograr colectivamente sus propios objetivos, individual y privadamente definidos, objetivos que no pueden alcanzarse eficazmente con los simples intercambios de mercado.
Estos estudios realistas nos explican por qué las mayorías parlamentarias aprueban leyes cuyo objetivo es el de beneficiar a las circunscripciones de sus propios miembros u otorgar privilegios a sus clientes electorales, generándose así unos contribuyentes-beneficiarios, una suerte de intercambio de voto/privilegios, ya sea mediante leyes de discriminación positiva, prebendas, rentas, bonos, beneficios económicos directos, programas y planes sociales, etc.
Entonces, hay una tendencia a anteponer los propios intereses en el intercambio político. Electores que dan poder político y gobernantes que entregan privilegios. Frente a este problema, Buchanan propone una lealtad constitucional más que lealtad al propio gobierno, y respeto al principio de igualdad de todos ante la ley, atacando al Estado de bienestar, como fuente de injusticia.
Mientras el mercado libre ofrece un amplio espectro de bienes para elegir –donde puedes tomar un servicio u otro–, “las alternativas de elección en las votaciones son más exclusivas, esto es, la elección de una impide la elección de la otra”. Las elecciones de grupo, en cuanto conciernen a los individuos que pertenecen al grupo, tienden a ser “mutuamente exclusivas por la misma naturaleza de la alternativa”. Existe una coacción en el voto que no tiene lugar en el mercado. Este aspecto también es observado por Bruno Leoni en “La libertad y la ley”, donde manifiesta que el votante elige sólo en alternativas potenciales. Puede perder su voto y queda obligado a aceptar un resultado contrario a su preferencia. Este escenario se asemeja a un mercado donde el individuo queda obligado a gastar todos sus ingresos en un solo bien, o emplear todo su trabajo y sus recursos en la producción de un bien o un producto. Entonces, el votante está obligado por procedimientos coercitivos, el votante que pierde en principio elige, pero luego deberá aceptar lo que rechazó, entonces se echa por tierra todo el proceso de decisión. Buchanan resaltará la necesidad de responsabilidad de las propuestas y la elección, aplicar la racionalidad para no perder al momento de elegir.
Entonces, tanto votantes como políticos actúan en función de una racionalidad económica. Basan sus decisiones en sus propios análisis de costos y beneficios, eligen en función de sus propios intereses. Las elecciones democráticas se rigen por reglas del mercado. Por eso, los políticos hacen muchas promesas para captar más votos pero, al final, los beneficios son concentrados para grupos de interés que financian las campañas. Buchanan es el niño que denuncia al rey desnudo, la política queda sin romanticismos cuando comprendemos que los políticos, como cualquier persona, persiguen sus propios intereses.

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