Riego y agricultura inteligente

Dick Commandeur 29/05/2019
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De los datos publicados de la Gobernación sobre inversiones en riego, fácilmente se puede deducir que estas llegan mayormente a montos de entre 10.000 y 30.000 dólares por hectárea. Estas son sumas mayores para mejorar la productividad de tierras en la zona andina, que con productos tradicionales rinden valores de ingresos brutos que no deben pasar los $us 1.500 por año en el caso de papa y mucho menos para otros productos. Descontando los costos de producción, el ingreso neto no llegaría a la mitad. Por lo tanto, es interesante ver el optimismo que está detrás de estas inversiones, que hace pensar en un futuro promisorio para la agricultura campesina.
Este optimismo necesita de fuertes ideas adicionales, o más bien principales, para transformar la agricultura en las áreas regadas, con miras a lograr la recuperación del dinero invertido vía mayor valor de la producción. Aunque los usuarios no paguen el costo de inversión, eso sería una clara justificación para destinar presupuestos altos en estas obras de riego. Los sistemas de riego no deberían ser vistos como soporte para la agricultura existente, sino como polos de desarrollo para el área rural.
Un polo de desarrollo para ser exitoso necesita de algunas condiciones: propuestas tecnológicas factibles y rentables, el factor humano: emprendedores y su organización, y condiciones facilitadoras: financiamiento, acceso al mercado de insumos y productos, etc. 
Algunas reflexiones al respecto. La propuesta productiva debe apuntar a un cambio a cultivos de mayor valor: ya hay exitosas experiencias en Chuquisaca con especies, frutales y hortalizas. El agua seguirá siendo un elemento escaso, especialmente si se querrá ampliar la extensión beneficiada con el riego, por lo que se debería promover tecnologías nuevas que optimicen su utilización, incluyendo invernaderos e hidroponía, que implican un cultivo más industrial o lo que se llama agricultura inteligente (Smart Agriculture).
El factor humano es esencial para lograr cambio. Los polos de desarrollo deberían ser lugares de atracción para emprendedores cualificados, deberían garantizar un ingreso digno para egresados e ingenieros de la universidad. Habría que captar a los jóvenes profesionales del área rural, hombres y mujeres, y promover que otros vayan a ver la utilidad de aprender tecnología nueva. 
Para facilitar estos nuevos emprendimientos agrícolas, se deben promover acceso a crédito para inversiones en tecnología, difusión de nuevos métodos y cultivos y disponibilidad a los equipos e insumos, organización para acceder al mercado, servicio de certificación aceptada en mercados de alto valor local, nacional e internacional. 
Es costumbre ver la agricultura andina como poco competitiva, por lo que algunos puntos pueden sonar algo provocadores. Sin embargo, considero que la primera provocación, si valga el término, ya está dada con las inversiones altas en obras de riego y solamente es cuestión de coherencia plantear su óptimo uso para el desarrollo del sector agrícola.
 

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