Gambito Evo con peón Almagro

BITÁCORA DEL BÚHO Ruddy Orellana V. 30/05/2019
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¡La partida quedó en tablas! Cada quien movió ficha e hizo su jugada sucia. Sin remordimientos, sin vergüenzas. 

Se dieron la mano, se adularon. Flirtearon sus pretensiones con las trenzas sueltas y descubrieron su común ambición. Optaron por su “derecho humano” de ser reelegidos y aunaron esfuerzos para hacer que una mano lave y alabe a la otra. Una tan codiciosa y desleal como la otra.

¡Hoy por mí, mañana… quién sabe! Diría el gambito de Evo. Esa apertura de ajedrez en la cual se sacrifica una ficha, generalmente un peón, para alcanzar una gran ventaja. 

Evo Morales abrió su juego con su afamado gambito treceañero: tramposo, deshonesto e ilegítimo. Acaso motivado por ese aprendizaje del ajedrez cuando apenas era niño y  “jugaba sin saber las reglas” e incluso inventaba sus propias normas. Ahora, de adulto, se consolida ese conocimiento: sin principios, sin ley, sin ética, sin tablero: “En elecciones siempre hago jaque mate a la oposición”, dijo un seudo conocedor del deporte ciencia, de Capa Blanca y con aires de matador. ¡Lástima que en el ajedrez no se pueda dar rodillazos al oponente, Presidente!
Luis Almagro, de peón sacrificado, se aventuró con negras y ejecutó un enroque servil. Dos jugadas: blanquear el tablero de la reelección inconstitucional de Evo, y ¿asegurar el voto de Bolivia para su reelección, en 2020, como Secretario General de la OEA? 

¿Almagro cayó redondo en el entuerto? ¡Pamplinas! Sabía de antemano a lo que se metía. ¡Chapare! Maravillosa finca de Evo. Guirnaldas de hojas de coca en el cuello del diplomático que le hizo frente al dictador Maduro. Padrinazgo sin parpadeo ni duda para legitimar una ilegitimidad bestial. Y una posición devaluada y vergonzosa frente a todo lo que había reconstruido en la OEA tras su paso del huracán Insulza por ese organismo. Ese es el saldo de una visita con un desastre anunciado. Todo se vino abajo. El tal secretario resultó ser un fiasco. 

Desde el pasado 17 de mayo, la palabra y prestigio de Almagro fueron empeñados al evomasismo, así como lo hiciera Fausto, de Goethe, al diablo. Toda pretensión por querer prolongar los placeres eternamente, tiene su precio que lo cobra el mismísimo Mefistófeles. ¡Esa es la gran moraleja!

Pero no hay mal que por bien no venga. Evo, involuntariamente, internacionalizó su ilegitimidad. Aliñó a Almagro en la salsa de su postulación inconstitucional a un cuarto mandato y mandó al frente a un secretario que desde ahora tendrá que caminar con el estigma de la incongruencia y la estupidez bajo el brazo. Ya le pasó en Chile y Argentina. Trastabilló y tartamudeó argumentos flojos y contradictorios. Y le seguirá pasando hasta que la comunidad internacional se haga cargo de la defensa de la democracia en Bolivia y del respeto al 21F que tanto abomina el jefazo & Cía.

El gambito de Evo, en la partida con Almagro, ha sido consecuente con los 13 años de gobierno de Morales. Sacrificar peones para asegurar su trono. Una jugada doméstica pero efectiva. Forrarse, con el cuero de otros, para mantenerse en el poder con relativa vigencia. ¿Acaso no lo hizo y lo hace constantemente, con personajes, acontecimientos, fútbol, pan y circo?
Mientras la oposición se dormía en sus laureles, voluntaria o involuntariamente, la maquinaria del poder azul se afanaba para presentar ‘al magro’ Caballo de Troya. Vino, abrió la boca y de ella salieron murciélagos y alacranes. Sepultó el respeto al soberano y se tragó sus palabras de 2017 con las que defendía el No del 21F. 

De nada sirve llorar sobre la leche derramada. Faltan casi cinco meses para las elecciones y el panorama político de esta coyuntura está como está: confuso, enredado y podrido. Cada vez más autoritario e irresistible. 

"¿Cuantos dedos ves aquí Winston?" - O'Brien - "Cuatro" - Winston - "¿Y si el partido te dijese que son cinco?" - O'Brien. (1984)

Si no estás con la causa nacional, entonces eres un enemigo del pueblo, un infiltrado, un desplazado que lo único que desea es boicotear al gran hermano, pensando incluso en que si no se te destierra con urgencia, podrías atentar en algún momento contra la vida del supremo, entonces es cuando debes esconderte de los cazadores porque tu cabeza ya tiene un precio. Es como un tsunami de ambiciones y de poder, el deseo de atornillarse a la ‘silla del águila’ se ha convertido en una  obsesión obsecuente del mandamás. Es el reino del revés, de María Elena Walsh, donde “un ladrón es vigilante y otro es juez y que dos y dos son tres”. El gobierno de Evo Morales, reivindica un caudillismo del siglo XXI, no galopa a caballo, pero sí interacciona con posmodernidades, usa estrategias que masifican su discurso a través de cierto carisma popular, esto, indiscutiblemente, se plasma en una sumisión de sus seguidores al jefe. Su dominio debe ser más importante que el dominio de las leyes. La ley debe tener límites, sus decisiones y órdenes, jamás. Por eso no cree en la alternancia democrática, esa medida lo haría un personaje fácil de despachar, contrariamente a lo que pretende el caudillo, perpetuarse en el poder. Evo Morales no cree en la formación de liderazgos y personajes de recambio, no promueve la alternancia como núcleo articulador y perenne de su propio movimiento social, eso contradice su posición de caudillo, de cabeza irreemplazable. Evo Morales no es un líder, los líderes son fácilmente sustituidos a través de la propia promoción de personajes jóvenes y progresistas surgidos del propio universo que lo apoya. 

Con la mirada clavada en el 20 de octubre. El padrinazgo abominable de Almagro a Evo debe tener doble consecuencia: la primera, reivindicar y replantear la defensa del 21F a través de una lucha sin pausa. De adentro hacia fuera. Almagro, como secretario general, ya expresó su posición sumisa con respecto a la candidatura ilegítima de Evo &  Cía. Esto, sin duda, pone en entredicho la objetividad y la ecuanimidad del organismo internacional. Segundo, demostrar que Almagro ya perdió toda credibilidad y tino y que su reelección como Secretario sería un insulto a la lucha por la democracia de los pueblos. A la alternancia, como es el caso de Bolivia, de mando  y de poder.

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