La CPE, en su artículo 59 parágrafo II, establece que “el Estado y la sociedad garantizarán la protección, promoción y activa participación de los jóvenes” en el desarrollo productivo, político, social, económico y cultural, sin discriminación alguna. La Ley Nacional de la Juventud 342 establece los derechos políticos de los jóvenes como la participación individual y colectiva en todos los ámbitos de la vida política, concurrir como elector y ser elegible en instancias de representación y deliberación; participar activamente como elector o ser elegible en la vida orgánica de los partidos políticos, agrupaciones ciudadanas y organizaciones sociales.
Así, la ley parece sentar bases en la participación de los jóvenes en la política formal. Pero en la actualidad vemos que los jóvenes, de cierta manera, han sido y siguen siendo objeto de manipulación dándoles un papel secundario como el pintado de paredes, mover banderas, repartir panfletos o algún discurso, a través de esto, hacen creer que los jóvenes están apoyando determinadas acciones políticas; así son utilizados para promocionar e incidir en la población para que se inclinen por algún candidato en específico, tomando en cuenta que la población de entre 15 y 29 años representa el 28,85% del total nacional y el 33% de la población votante, según el Censo de Población y Vivienda 2012.
La participación de los jóvenes en el ámbito político es importante para crecer dentro de una sociedad democrática. En tiempos de crisis y dificultades son los jóvenes quienes entran en acción; como nos demuestra la historia de Bolivia entre los años 70 y 82, la participación política de los jóvenes se caracterizó por un fuerte compromiso con el cambio social, la resistencia a las dictaduras militares y la recuperación de la democracia. De la misma manera podemos ver estos últimos años que la juventud forma parte de las diferentes plataformas ciudadanas del país, las mismas se hicieron sentir mediante sus propios mecanismos, su malestar, su rechazo al actual sistema de gobierno. De esta manera se convirtieron en los portavoces de las demandas de la población y dejando a un lado a los partidos políticos tradicionales que se encuentran en crisis por la falta de credibilidad, debido a que estos toman posturas bastante caudillistas, no valoran la capacidad y el conocimiento de los jóvenes.
Ahora en el marco de las elecciones de octubre próximo, uno de los mayores retos que debemos afrontar los jóvenes es, precisamente, la participación política con autonomía, para no quedar atrapados en estructuras partidarias tradicionales, en organizaciones de adultos para adultos. La política debe presentar nuevos rostros, hoy como nunca hay una preocupación por su inclusión en espacios de toma de decisiones, por el tratamiento de su problemática en los planes de gobierno
La juventud se siente decepcionada por el actual sistema de gobierno, lo cual ha despertado un interés en la población joven, para salir a defender sus derechos a ser escuchados y que la sociedad pueda entender su papel como sujetos activos del cambio social.
Podemos indicar que estamos en una época en la que los jóvenes se están involucrando más en la política; están generando nuevas formas de organización y de participación política para devolver la credibilidad a la población, esto significa esperanza y renovación.
Es tiempo de una renovación profunda en el escenario político, entendiéndose a la renovación como la “actualización doctrinaria, renovación dirigencial, cambios metodológicos”, el uso de métodos más “horizontales”, “democráticos” e “incluyentes”; creemos que estos tres elementos tienen que pasar en nuestro país, los partidos políticos tendrán que actualizar sus doctrinas, tendrán que renovar a sus dirigentes y sobre todo cambiar la forma vertical de hacer política que esto cuestionan las nuevas generaciones. Los partidos tienen la responsabilidad de devolver la credibilidad a la política partidaria en nuestro país.