No pocos analistas de la presente coyuntura política en la Argentina se preguntan si los electores en los comicios del próximo mes de octubre votarán motivados por el “espanto” o por la “esperanza”. Este interrogante se apoya, entre otros factores, en uno de los resultados de una reciente encuesta de la firma DAllessio IROL - Berensztein, según el cual al contestar a la pregunta por cuál candidato votarían de una lista que incluye a Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner, el 50% responde que “nunca los votaría”. Pero, además, otras evidencias del informe titulado “Humor Social y Político” tienen que ver con la “imagen” que los líderes políticos proyectan en la ciudadanía. De 32 considerados en el sondeo solo uno –María Eugenia Vidal, actual gobernadora de la Provincia de Buenos Aires– goza de una imagen más positiva que negativa: 48% de imagen positiva frente a 47% de imagen negativa. El resto tiene un mayor porcentaje de imagen negativa que positiva.
Otra señal en la que reparan otros comentaristas tiene que ver con las motivaciones o factores que pueden influir en el comportamiento de los electores. Al parecer, la sociedad argentina no es ajena al fenómeno que se presenta en muchas otras sociedades contemporáneas en las cuales “los comportamientos políticos son causados por emociones fuertes, dominantes y hasta en ocasiones violentas” más que por un examen racional de la calidad de los candidatos o del contenido de sus propuestas. Como subraya Sergio Berensztein, las campañas en tiempo de elecciones contribuyen a la aparición de este fenómeno al valerse de estrategias para “generar miedo, construir esperanza, buscar personalidades con las cuales el electorado pueda identificarse y poner énfasis en los atributos humanos del candidato”. Asimismo, al “evitar los debates sobre políticas públicas” con el propósito de simplificar el esfuerzo proselitista.
El proceso electoral en la Argentina se encuentra en la fase dirigida a la realización, en julio, de las denominadas PASO –elecciones primarias obligatorias– destinadas a seleccionar por votación a los candidatos a presidente de la República y otros cargos de elección. Sin embargo, todas las fórmulas ya están acordadas entre las dirigencias de los respectivos partidos y coaliciones que terciarán en los comicios de octubre. Por este motivo, los ciudadanos (un 60% según un estudio de la firma antes mencionada) tienen serias dudas sobre la conveniencia de llevar a cabo este tipo de elecciones primarias.
En este marco, es aún difícil de pronosticar, sin riesgo de incurrir en una gruesa equivocación, el resultado de las elecciones generales de este año. Según recientes sondeos, dos fórmulas concentran un poco más del 70% de las intenciones de voto: Mauricio Macri - Miguel Picheto y Alberto Fernández - Cristina Fernández de Kirchner. Se presume, con sólidos fundamentos, que ninguna de las dos será ganadora en la primera vuelta de las elecciones, por lo cual será necesario ir a una segunda vuelta. En esta circunstancia, el principal interrogante se refiere a la orientación que seguirán los votos obtenidos por otros candidatos en la primera vuelta. En resumen, las elecciones continúan abiertas a cualquier resultado.