¿Cuáles deben ser los lineamientos de los candidatos chuquisaqueños?

Wim Kamerbeek Romero 17/07/2019
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Los años que preceden han demostrado el poco margen de maniobra de los representantes políticos chuquisaqueños, lo que se explica por diversos factores: por un lado, la poca disposición a la rendición de cuentas al electorado, la tergiversación de la representación política –líneas mayores, macros o generales que evitan que el representante defienda adecuadamente los intereses del electorado–, la calidad misma del representante, en el sentido que los representantes tienen poca incidencia en la Asamblea Legislativa (tenemos peones en el tablero, pero no estrategas, y esto aplica a todos los representantes políticos chuquisaqueños, sin excepción). 

El tema Incahuasi revolvió muchas aguas, pero el debate fue por el lado equivocado: no se trata de pedir la explotación a manos del Estado, sino de pedir que los ingresos al departamento sean los adecuados. En otras palabras, la primera línea de debate debe resumirse en una adecuada distribución de ingresos: pensemos si el 50% de los ingresos al nivel central, y el 50% de los ingresos a distribuirse entre entidades territoriales autónomas y universidades –como parece ser una línea central en las ofertas de los partidos de oposición ahora mismo– es beneficiosa para el departamento. Si acaso las universidades no merecen un mayor porcentaje que el actual (6% de aprox. 30% de los ingresos a repartirse entre entidades territoriales autónomas); es necesario que los candidatos propongan, independientemente de los lineamientos mayores, un pacto fiscal adecuado a las necesidades del departamento. 

En 2013, por temas demográficos, Chuquisaca perdió un escaño. Esto abre un debate básico: ¿necesitamos más representantes o calidad de representantes? En primera instancia, hay circunscripciones en las provincias del departamento que abarcan mucho territorio; en segunda instancia, las 5 circunscripciones tienen representantes que no gozan de una legitimidad amplia –a lo que se agrega que hay intereses difusos, los representantes no saben bien qué representan– por lo que es necesario que cualquiera de los candidatos plantee una reforma electoral: ¿mayoría simple o mayoría absoluta para diputados uninominales? 

En esta línea, se espera que los candidatos electos mantengan una relación fluida con el electorado: ¿qué intereses defienden? ¿Los del departamento o los de su circunscripción? Si tomamos la primera vía, el representante debe buscar la manera de contrarrestar el peligro de ser un departamento potencialmente gasífero –extractivismo vs. producción agrícola– que, en la medida de lo posible, los recursos deban ser adecuadamente distribuidos (una oficina de Redes y Ductos en Sucre, por cierto, solo crea empleos para burócratas, pero no para los que de verdad necesitan) y que los ingresos no vayan a pagar los gastos de entidades estatales. Si tomamos la segunda vía, no se debe perder de vista que el año 2025, el departamento de Chuquisaca debe ser la sede de los festejos y de replantearnos el futuro del país en su conjunto, pero además, que la visión del departamento y de la ciudad no puede depender de lineamientos mayores (Agenda 2025) desde el nivel central, porque no responden a las necesidades de la región.

Por último, una representación adecuada está acorde a los debates del siglo XXI: ¿qué hacer con la inclusión social, la contaminación ambiental y la desigualdad económica en el departamento? ¿La innovación? Está en manos de los nuevos representantes chuquisaqueños el Bicentenario de Bolivia, y de perderse esta oportunidad, o sea, de no hacer nada o poco al respecto, tendremos que esperar otros 100 años para tal evento. 

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