Después de un día de paro cívico que no tuvo más que algunas calles bloqueadas y una desidia generalizada, tras estos días de horror y más que el horror la tragedia del incendio forestal en la Chiquitanía y, además, todos los días de una sensación de incertidumbre sobre el camino que encuentra su punto de inflexión en el mes de octubre, el día de hoy recordé esa cosa que se ansía fagocitar, ese vértigo que se llama felicidad.
Nietzsche afirma: “Es el sentimiento de que el poder crece, de que una resistencia ha sido superada”, así este pensador reflexiona sobre una felicidad contraria a lo efímero de “la dicha”, la felicidad sería una construcción que edifica la idea vitalista de abrazar la libertad de la acción, esa que autoafirma y moviliza.
Teniendo un menú interminable de resistencias –y según datos de 2015, que no creo que varíen mucho en un año como este– el estudio anual mundial de bienestar realizado por la consultora Gallup nos da la confirmación de eso que ya sospechábamos y no sé si fue desde un principio: Bolivia es "infeliz", compartiendo el último lugar con territorios palestinos.
Los datos evidencian que tenemos el mismo estado anímico de naciones en guerra como Uganda, Camboya o Irak. La encuesta buscó reconocer "experiencias positivas" con las preguntas: "¿se sintió bien descansado ayer?", "¿fue tratado con respeto durante todo el día ayer?" o "¿sonrió mucho ayer?". Respecto a las "experiencias negativas", las indagaciones estuvieron vinculadas a sensaciones de "dolor físico", "preocupación", "tristeza", "estrés" y "bronca". Gallup evidencia que 4 de 10 bolivianos aseguran tener experiencias positivas durante el día.
Sin duda, este es un tema constante en las respuestas, la gente no se siente respetada. El estudio afirma que solo un 41% de los bolivianos reconoce un estado recurrente de felicidad, el resto anda, bueno, todos sabemos cómo.
En esta línea hay además otros datos reveladores, la encuesta señala que Bolivia, junto con El Salvador, son los países más "emocionales" del planeta, con un 59%. Esto significa que 6 de cada 10 habitantes experimentan este vaivén de emociones negativas y positivas a lo largo del día. Y ser emocional en los tiempos que corren no está muy bien visto, quién sabe, todo depende cómo se analice esto de la emocionalidad, pero sin duda, si el resultado es la ira y la frustración es claro que el tema no pinta nada bien.
En el epílogo, diseccionado eso que se llama felicidad, el Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad), en su libro “El ABC del desarrollo en Bolivia”, brinda datos más específicos. En un ranking nacional, Beni tiene 6,5 puntos sobre 10. Le siguen Santa Cruz, Oruro y Cochabamba, siendo Sucre y Potosí los que tienen un mayor índice de infelicidad.
Emocionales e infelices, claro está la mayoría deambula con la mala leche, esa por la que somos famosos, bueno, y quizá si se ve bien, tampoco es que haya muchos motivos para sentir que después de todo, hoy sí podría ser un día feliz. No dichoso, sino realmente feliz porque una de las preguntas que deberíamos responder con un rotundo y celebrante sí es: ¿lo trataron con respeto ayer?