La Ley 342, considerada un avance, no ha sido suficientemente difundida y las y los jóvenes que hoy celebran su día, no tienen conciencia plena de cuáles son sus derechos y obligaciones
El parágrafo I del artículo 5 de la Ley número 342 es el que “declara el 21 de septiembre de cada año como el Día Plurinacional de la Juventud en Bolivia”. Por consiguiente, y de manera oficial, hoy debe celebrarse a los jóvenes del país.
Pero tampoco se trata de celebrarlos a todos. Si tomamos en cuenta el artículo 4 de la referida norma legal, los y las jóvenes son aquellas personas comprendidas entre los 16 a los 28 años de edad y viven en cualquier parte del territorio nacional y en los lugares sometidos a su jurisdicción.
Bajo esos parámetros, la norma, denominada Ley de la Juventud, tiene la finalidad de “lograr que las jóvenes y los jóvenes alcancen una formación y desarrollo integral, físico, psicológico, intelectual, moral, social, político, cultural y económico; en condiciones de libertad, respeto, equidad, inclusión, intraculturalidad, interculturalidad y justicia para Vivir Bien; a través de las políticas públicas y de una activa y corresponsable participación en la construcción y transformación del Estado y la sociedad”.
La ley tiene novedades como la atención integral diferenciada y reconoce derechos civiles y políticos a las y los jóvenes. Pero como el ejercicio de los derechos depende del cumplimiento de obligaciones, también establece hasta 16 deberes entre los que destacan los siguientes: “conocer, respetar, valorar y defender los derechos humanos y derechos de la madre tierra”; “realizar acción social y/o servicio social, por lo menos dos veces al año en beneficio de la sociedad”; “trabajar, según su capacidad física e intelectual en actividades lícitas y socialmente útiles”, y “respetar, proteger, socorrer y asistir a sus ascendientes y descendientes”.
Según el Decreto Supremo 2114, la Dirección Plurinacional de la Juventud es la entidad responsable de difundir la ley que comentamos, pero es poco lo que se sabe de ella. Tiene dos cuentas en la red social Facebook, inactivas desde 2016, y una señala como dirección la misma del Ministerio de Justicia, de la que depende conforme a esta norma.
Quizá por eso, la Ley 342 no ha sido suficientemente difundida y las y los jóvenes, que hoy celebran su día, no tienen conciencia plena de cuáles son sus derechos y obligaciones.
No saben, por ejemplo, que se les debe respeto, tanto a ellos como a “su identidad individual o colectiva, cultural, social, política, religiosa y espiritual, (y) a su orientación sexual”. Al mismo tiempo, ignoran sus deberes y, por ello, constantemente se reporta de la comisión de delitos por parte de jóvenes, o simplemente los miramos actuar sin respeto a nada.
Si se quiere saber cómo interactúan las y los jóvenes con su sociedad, hay que verlos en lugares públicos como parques y plazas. ¿Respetan el medio ambiente?, ¿dónde arrojan la basura?, ¿consumen bebidas alcohólicas? Otro buen lugar para medirlos es el transporte público. ¿Ceden el asiento a las mujeres embarazadas, a los adultos mayores o, por el contrario, permanecen sentados operando su teléfono celular?
Félix García Sarmiento, el gran poeta nicaragüense a quien conocimos como Rubén Darío, dijo que la juventud es un “divino tesoro”. El Diccionario de la Lengua Española señala, en su tercera acepción, que “tesoro” es “persona o cosa, o conjunto o suma de cosas, de mucho precio o muy dignas de estimación”.
Nuestra juventud es, en efecto, un tesoro, pero para alcanzar el grado de divino no solo debe exigir derechos, sino también cumplir obligaciones.