Por lo tanto, ayer, 12 de octubre, no conmemoramos el “Descubrimiento de América”. Decir que fue “encuentro” o “choque” de dos mundos es tanto como tomar partido
Aún hay gente que habla de “Descubrimiento de América” al referirse al desembarco de Colón en tierras americanas, el 12 de octubre de 1492. Se trata de una costumbre ya antigua que, desafortunadamente, los maestros no se preocuparon de quitar a sus alumnos pese al desarrollo de la historiografía.
El Diccionario de la Lengua Española tiene hasta siete acepciones para la palabra “descubrir” y la que más se aproxima a los conceptos de viajes y exploraciones es “hallar lo que estaba ignorado o escondido, principalmente tierras o mares desconocidos”. Si bien América era una tierra desconocida para los europeos occidentales en 1492, no lo era para otros que ya habían llegado al continente y hasta mantenían comunicación constante con su gente como fue el caso de los pueblos nórdicos. La prueba de ello son documentos como las sagas islandesas y hallazgos como el asentamiento de L'Anse aux Meadows, en Terranova, que incluso fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Para 1992, cuando se conmemoraba el quinto centenario de la llegada de Colón a América, los historiadores ya habían acordado que aquello no fue ningún descubrimiento ya que había referencias de la llegada previa de otros europeos, como Erick el Rojo y su hijo Leif. “Las colonias escandinavas en estas tierras fueron prósperas. Ya en el siglo XI se contaba en ellas con granjas, iglesias y monasterios. El tráfico entre las nuevas tierras y las tierras nórdicas del antiguo continente fue intenso, al decir de las crónicas del siglo XII. Pero, poco a poco, estas colonias fueron decayendo; en el siglo XV ya se habían extinguido pues el último obispo de Groenlandia murió en 1385”, señalan los Mesa en su Historia de Bolivia.
Ante esta evidencia, España no habló del descubrimiento de América sino del “encuentro de dos mundos” pero tampoco esa propuesta caló entre los investigadores que refieren que más que encuentro hubo choque, confrontación. Hoy en día, es cada vez mayor la cantidad de historiadores que ya no hablan de conquista sino de invasión.
Y es que el “choque de dos mundos” se tradujo en las enormes diferencias que había entre los europeos, que tenían una visión que desde entonces hasta hoy denominamos occidental, y los americanos cuya cosmovisión era muy diferente. Aquellos no sólo eran invasores sino también depredadores porque su principal interés era enriquecerse y, para ello, buscaron desesperadamente yacimientos de oro y plata.
“Realmente la pasión de mando, el exceso de codicia, la estúpida manía de querer abarcarlo todo, animó a sus principales –cargados de envidia (muchos de ellos habían llegado al Perú con don Pedro de Alvarado y, cuando éste regresó a Nicaragua, quedaron rencorosos de la fortuna de los hombres que con Pizarro realizaron la conquista) y con el alma sin grandeza ni sentido de medida, forzaron una guerra que se pudo evitar”, señala Gonzalo Romero en La conquista de Nueva Toledo.
En su afán por extraer los minerales, cambiaron hasta el ecosistema de varios lugares, y ese pudo ser el caso de Potosí. Los nativos, por su lado, tenían profundo respeto por la naturaleza, la Madre Tierra y los recursos naturales.
Por lo tanto, el 12 de octubre no conmemoramos el “Descubrimiento de América”. Decir que fue “encuentro” o “choque” de dos mundos es tanto como tomar partido. Tal vez lo mejor sea, simplemente, señalar que ayer recordamos los 526 años de la llegada de Colón a nuestro continente.