De ídolos y otras seudo divinidades

CIENCIA CUÉNTICA Juan Richar Villacorta Guzmán 06/11/2019
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Desde anoche intento sintetizar los probables elementos que convergen a la situación actual. Un compañero de camino me hacía ver la presencia de nuevos símbolos y signos dentro la coyuntura actual, de la cual sobresale la presencia de la Biblia. En la presente reflexión, no me quedaré con el libro sagrado cristiano, sino que intentaré hacer una lectura bajo tres ejes fundamentales: las Ciencias de la Religión, la visión ético política y la propuesta antropológica.

Desde las Ciencias de la Religión, se puede percibir que la nueva esencia del “religar” (volver a unir), necesariamente pasa por la creación de mitos fundantes, los cuales a su vez permitan tener una serie de “chivos expiatorios” (Girard), que permitan una serie de estrategias (Asmann) para a partir de ellos ver cómo existe una fábrica de hacer dioses, los cuales necesitan crear ídolos de la violencia y de la muerte para, desde allá, poder justificar la muerte del inocente.

Delante de esa postura, se encuentra la necesidad de crear símbolos y signos, por eso los que están en el poder crearon una diversidad de símbolos, los cuales de alguna manera también les fueron creando instancias de división y propuestas apocalípticas, pues salieron bestias de muchas cabezas, ellas no tienen control, de ahí la necesidad de destrucción y el manifestar la presencia del ídolo que aparentemente sería más fuerte, pero que al no existir racionalidad, necesariamente pasan por la destrucción de lo otro diferente, justificados en un discurso idolatrizador.

Ese punto nos lleva a otro salto en la reflexión, que es el nivel ético político. En ese sentido nos encontramos con la ética de la conveniencia, lugar desde el cual se cambian los mensajes y se manipula a los más pequeños, provocando la irrupción de valores que no responden a un conjunto, sino a un determinado grupo o, mejor dicho, a una aparente estructura pragmática (a pesar de proponer el socialismo) que responde a intereses de un aparente líder que es sustentado desde una propuesta externa de calores y pertenencia, eso, desde la falsa visión de un único valor, al cual siempre criticaron en sus discursos (neoliberalismo, los k’aras, la oligarquía, los ricos…), que simplemente muestran una carencia de sustento ético, pues lo importante es la percepción de un “uno” no pensado ni reflexionado, en la mejor alienación existente.

La dimensión antropológica tiene que ver con la visión de cultura que se tiene desde la propuesta de América Latina. En torno a los años 90 (500 años) emergió la mirada del indígena como el pobrecito, el marginado, aquel al que se le debía dar la voz, pero que fuimos los intelectuales orgánicos (Gramsci) o la Clase Ociosa (Veblen), los cuales fuimos creando identidades asesinas (Maalouf), los cuales intentamos sustentar en una serie de signos y símbolos inventados para la manipulación los criterios de pertenencia, entre ellos se cuenta los arriba enunciados, pero también la manipulación de principios éticos, como ser el ama sua, ama llulla, ama kella, con otros principios más probablemente, pero esa manipulación llega por ejemplo al tema del mantenerse en los cargos, lo cual no admite la cultura andina, lo cual los intelectuales orgánicos lo podemos manipular, además de poder usar el argumento para crear seudo liderazgos arraigados en lo popular.

Se puede seguir, pero considero adecuado realizar una primera síntesis: primero la presencia de símbolos que no identifican al conjunto, lastimosamente fomentan la división y la dispersión, eso necesariamente nos lleva a pensar el por qué aparece la Biblia.

La eternización en el poder, con la manipulación de las leyes, hace que se tenga que comprar fidelidades, las cuales pronto pasaran su factura y el costo será mucho más alto.

La poca credibilidad, por parte de los amantes del poder, hace que se afiancen en el trono al líder cual ídolo de la muerte, para convertirlo prontamente ya sea en un Prometeo (que promete y nunca cumple), encadenado a virtudes aparentes, o como el Edipo que debe matar a la madre (Pachamama), sea cual sea su origen.

Por último, para esta primera reflexión, la necesidad de fronteras aparentes, sustentadas en argumentos de espacios de poder, hace que todos los símbolos dejen de tener sentido, de ahí que probablemente la presencia de la Biblia sea un elemento que ayude a replantear algunas visiones fetichistas e idolátricas.

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