El elemento juventud

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 06/11/2019
PUBLICITE AQUÍ

Apenas el domingo, en un editorial titulado “los jóvenes en la protesta”, habíamos advertido el enorme peso que tiene, en la movilización nacional, la participación de la juventud boliviana.

“Una gran mayoría de ellos han crecido y han adquirido sus credenciales de ciudadanía bajo el gobierno de Evo Morales, que lleva casi 14 años en el poder y ahora busca permanecer otros cinco más. Se trata, pues, de esa que algunos analistas denominan como la generación del 21F, porque concurrieron por primera vez a las urnas en el referéndum que consultó sobre las intenciones de los actuales mandatarios de habilitarse para una nueva reelección, o lo hicieron recién en los comicios del pasado 20 de octubre”, habíamos apuntado.

El detalle que advertíamos es que esa primera incursión en la práctica política, el referéndum del 21F, resultó frustrante para ellos porque no se cumplió el mandato expresado en las urnas porque, pese a todo, el presidente y vicepresidente volvieron a postularse.

Pese a ello, la vocación pacífica y democrática de los bolivianos, incluida esa nueva generación de votantes, permitió que estos opten por ir nuevamente a elecciones y asumir que, una vez más, podían ejercer poder a través del voto.

Pero se encontraron con un proceso electoral cargado de contradicciones y faltas a la ley, con inequidad entre los candidatos (lo dijo la misión de observadores de la OEA) y con acciones irregulares hasta el último momento. Los bolivianos se sintieron nuevamente engañados cuando los vocales interrumpieron la transmisión rápida de datos, cuando Evo Morales se declaró -una y otra vez- ganador de las elecciones aún sin saber los resultados oficiales, cuando la soberbia prevaleció antes que la vocación de servicio que deberían tener todos los gobernantes.

Día tras día, Bolivia se iba transformando. Nadie se imaginó que el país podía sostener una protesta por tantos días; que la organización de los vecinos lograría parar por tanto tiempo y hacerlo de manera pacífica. Solo hubo violencia cuando el presidente convocó a cercar las ciudades, cuando grupos de afines al Gobierno atacaron con palos y piedras los puntos de bloqueo. 

A pesar del dolor por los dos muertos en Montero, la movilización continuó. La demanda de segunda vuelta, que ni el Gobierno ni el Órgano Electoral quisieron escuchar, se transformó en la exigencia de nuevas elecciones y después de la renuncia del primer mandatario.

La calle se hace escuchar. Y los protagonistas son jóvenes, familias, gente de clase media. Si el Gobierno se jacta de la inclusión de los campesinos y de los indígenas, no tomó en cuenta que excluía a la clase urbana, la que ahora es mayoría y pone en jaque al poder político.

Es la primera vez que Bolivia se hace sentir de esta manera: en una protesta nacional que lleva una quincena –y que en Potosí arrancó el 7 de octubre–; con un paro que ha sido pacífico en la mayoría de sus jornadas. De esta manera, estos protagonistas le demuestran al país y al mundo que Bolivia ya no es la misma, que no hay poder político que pueda imponerse por encima de la voluntad del pueblo.

No solo la extensión de la protesta es histórica, sino también la visión de democracia y de libertad que tienen los nuevos protagonistas: atentos y rebeldes, cuestionadores y demandantes de que se los escuche, de que se les cumpla las promesas que les hacen. Y el elemento catalizador de las protestas es, sin duda, la juventud.

Compartir:
Más artículos del autor


Lo más leido

1
2
3
4
5
1
2
3
4
5
Suplementos


    ECOS


    Péndulo Político


    Mi Doctor