La gran equivocación respecto a ese símbolo fue creer –y seguir creyendo– que la wiphala es un símbolo inventado o constituye un falso histórico.
Existen diversas y curiosas teorías al respecto. Una que habla de un supuesto origen en el siglo XX es la que señala que fue inventada en 1973 por el dueño de una radio cusqueña para ser asumida cinco años después como símbolo del Cuzco. Otra, más risible, señala que se origina en la etiqueta de una marca de gaseosas boliviana llamada “Champancola”.
Lo cierto es que la wiphala, en cuanto representación unitaria de un objeto cuadriculado y multicolor, aparece mucho antes en la historia de Bolivia. Se la puede encontrar, inequívocamente, en algunas de las pinturas de las series de arcángeles arcabuceros de Calamarca y en el cuadro “Entrada del virrey Morcillo a Potosí”, de Melchor Pérez de Holguín. En este último caso, se puede ver con claridad las banderas multicolores en la torre del templo de San Martín.
Debido a estas dos pruebas, ambas del periodo colonial, muchos historiadores llegaron a afirmar que la whipala correspondía a ese lapso de nuestra historia y, consiguientemente, llegaron a afirmar que su relación con los pueblos andinos era un invento. Alguno, ya contemporáneo, llegó a decir que fue “un invento de las ONGs”.
Pero la historia no actúa sola. Existen ciencias auxiliares o afines que le ayudan a esclarecer las sombras del pasado. Una de ellas es la arqueología. Fueron arqueólogos quienes encontraron restos de culturas no solo prehispánicas sino preincaicas en Perú y Bolivia.
En 2015, Limber Franco publicó una investigación esclarecedora en la que acompaña fotografías como la de una chuspa, y qerus encontrados en Tiwanaku en los que se puede ver claramente figuras geométricas de wiphalas. En el caso de la chuspa, se puede ver claramente que presenta cuatro figuras que muestran la wiphala formando una chacana o cruz andina. Esta pieza se encuentra en exhibición en el Museo de Brooklin, Estados Unidos.
Estas y otras pruebas exhibidas por arqueólogos demuestran que la wiphala es, realmente, un símbolo de los pueblos andinos con una antigüedad mayor, incluso, al periodo inca. Los historiadores afirman que subsistió hasta la colonia y fue ahí cuando autores de la época la incluyeron en sus pinturas. Se produjo, entonces, un mestizaje cultural.
Pero las cosas no quedan ahí. Los historiadores afirman que la wiphala, que de inicio solo figuraba en soportes planos, incluidos los textiles, se convirtió en bandera y fue enarbolada como tal en las sublevaciones indígenas.
Por tanto, existe una enorme ligazón entre la memoria colectiva de los pueblos andinos y la wiphala. Lamentablemente, el símbolo fue convertido en una especie de sello del MAS y así es como lo vemos ahora.
Ignorantes de temas históricos, algunos quitaron la wiphala de la Plaza Murillo y de los uniformes policiales. Eso provocó la reacción de la memoria colectiva subyacente en los habitantes de El Alto y ocurrieron muchos de los hechos que lamentamos.
He ahí otra prueba de la importancia del estudio de la historia.