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El federalismo en el escenario político

ÁGORA REPUBLICANA Carlos Hugo Molina 14/01/2020
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Esta es una oportunidad para que los candidatos se comprometan con la gente. Frente a la imposibilidad material de sostener el proceso de desarrollo territorial desde el nivel central y basado en transferencias, se hace imprescindible liberar las capacidades de la población productiva, transfiriendo competencias para el desarrollo económico local en todas sus manifestaciones. 
Esta puede ser una manera de modificar la tendencia migratoria forzosa hacia las ciudades y al oriente, con abandono de territorios rurales del altiplano y los valles. La creación de un instrumento de medición que establezca una “media de desarrollo" para definir incentivos y generar excedentes, la restitución inteligente de un fondo de equilibrios territoriales, y la transferencia de competencias ligadas a las realidades de cada departamento en general, y turísticas de manera especial, pueden iniciar el proceso de ajuste. 
Bolivia ha superado el debate clásico sobre el federalismo (pacto entre independientes territoriales), camino que tampoco ha sido seguido por los estados federales latinoamericanos. Los acuerdos han correspondido a realidades demográficas, territoriales, económicas y políticas en el interior de estados originalmente unitarios. La paradoja en Bolivia es que la necesidad de plantear el debate vendrá cada vez más de los departamentos que tienen menos posibilidades económicas y con una migración cada vez más incontenible. 
Los departamentos expulsores de población verán, progresivamente, disminuir sus oportunidades. Contrariamente a lo que se afirma, el estado federal demanda y construye capacidades solidarias de manera consciente por una voluntad que comparte y no por una voluntad central que lo impone.
El federalismo no acentúa las asimetrías por sí mismo. Ellas se resuelven identificando las causas y sus consecuencias. Las asimetrías históricas, no superadas con ensayos de todos los signos ideológicos, tienen una realidad inmodificable y que se expresan en nuestra gran extensión territorial, nuestra ubicación en el continente, la topografía tan exquisitamente complicada, la poca población y la diversidad sociocultural. Cada una de estas situaciones que podrían haber sido retos, potencialidades y posibilidades, han funcionado hasta ahora en nuestra contra. Con el MAS perdimos la oportunidad de una solución por la vía de los recursos que los hubo exorbitantes. Hay una línea de base a la que debemos dar respuesta: en el 2032, el 90% viviremos en ciudades, y en el eje central, contra toda proyección, hoy ya somos el 85% de la población (¡15% en los 6 departamentos restantes!)
Esas cifras ajustadas nos plantean una pregunta simple: ¿y qué haremos con 1 millón de km2 técnicamente sin habitantes? Para tener una respuesta, necesitamos saber qué piensan Chuquisaca, Oruro, Potosí... 
La autonomía del Poder Judicial no es una condición imprescindible en este momento. Y sobre la coparticipación departamental, tendremos que ajustar el federalismo fiscal del que ya gozan los gobiernos municipales y cuya eficacia masiva nos tocó demostrar desde la participación popular.
Y la opinión respetable que el federalismo generará separatismo, no tiene ninguna evidencia empírica. Somos vecinos de dos estados federales en el que los debates sobre el desarrollo son otros. Espero que los comentarios que se están compartiendo ayuden a superar esa limitación que no es académica, ni en forma ni en fondo.
En este marco, la elección de gobernadores y alcaldes de ciudades/estados adquiere una relevancia fundamental. Ciudadanas y ciudadanos, este es el debate federal.

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