Marcha indígena

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 21/01/2020
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Entre los muchos temas pendientes que dejó el anterior Gobierno está el de las demandas de los pueblos indígenas que protagonizaron una marcha de 40 días a La Paz entre febrero y marzo del año pasado.

La movilización, que no tuvo la cobertura mediática que merecía, fue ejecutada por algunas de las más importantes naciones que existieron en el territorio que hoy es Bolivia: los qhara qhara, de Potosí y Chuquisaca; lupakas, de La Paz, Killakas, de Potosí y Oruro, y Soras, de Cochabamba, entre otras que también dijeron “presente”. Fue, entonces, la marcha de los pueblos preincaicos.

¿Qué motivó semejante marcha? La sistematización de sus demandas que fueron resumidas así:

Uno, restitución de los territorios ancestrales de acuerdo con los documentos históricos de los pueblos indígenas, rechazo a la fragmentación y avasallamiento de la propiedad privada individual y ejercicio pleno del derecho a la reconstitución de las territorialidades ancestrales. Recordemos que la motivación nuclear de la marcha fue el conflicto de tierras en los ayllus de la Marka Quila Quila, en Chuquisaca, donde exigen que la titulación de tierras sea de manera colectiva y no individual.

Dos, modificación de la Ley de Deslinde Jurisdiccional (artículo 10, inciso II) y cumplimiento pleno del artículo 179 de la Constitución que, en el numeral II, instituye fehacientemente que “la jurisdicción ordinaria y la jurisdicción indígena originario campesina gozarán de igual jerarquía”.

Tres, modificación de la Ley Marco de Autonomías (artículo 54, inciso III), rechazo del doble referéndum para el acceso a las autonomías indígena originaria campesinas y agilización de los pasos para lograr la autonomía indígena a través de las normas y procedimientos propios.

Como se ve, las demandas estaban motivadas por la actitud del gobierno del MAS que nunca tomó en cuenta a los verdaderos pueblos originarios, a menos que estos se avinieran a sus condiciones. Los pueblos incaicos no lo hicieron y el poder de entonces simplemente los ignoró.

En el área rural ocurrieron atrocidades que nunca alcanzaron las tapas de los diarios. No se distribuyó la tierra a los campesinos, como era la norma y costumbre desde 1952, sino a “los del instrumento”; es decir, a personas que sin ser indígenas se hacían pasar como tales, por su condición de miembros del MAS, y a cambio recibían tierras que el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) les daba previa verificación de militancia, no de origen. Lo grave, y que tendría que tratarse en otro editorial, es que el INRA incluso entregó bosques en la Chiquitanía, como si fueran tierras vacantes, y, para ocuparlas, los adjudicatarios les prendieron fuego.

Cuando la marcha de los qhara qharas se inició, en Sucre, el 6 de febrero de 2019, el Gobierno los ignoró. Al llegar a Potosí, la conducta del gobernador del MAS de entonces también fue de indiferencia. Puso condiciones para negociar. Finalmente, llegaron a La Paz, el 18 de marzo, y fueron deslegitimados por los ministros que la tildaron de “política” y “financiada por la derecha”. Evo Morales, autoproclamado indígena, jamás los recibió.

Ahora, el país tiene otros gobernantes en su poder ejecutivo y las naciones preincaicas piden que se reinstale la negociación para atender todos esos puntos. Han levantado su cuarto intermedio así que, si no se les atiende esta vez, reiniciarán su marcha.

Si hay una marcha de indígenas a La Paz, bajo un gobierno al que los miopes siguen llamando “golpista”, el MAS lo aprovechará eficientemente mediante su aparato de propaganda. Es mejor no darles ese gusto. 

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