Chola, moza… indio

SURAZO Juan José Toro Montoya 06/02/2020
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Muchos tarijeños están enojados. Consideran que fue una ofensa llamar “chola tarijeña” a la “moza chapaca”. Ellos dicen que la mujer que lleva el traje típico de esa región no es una “chola” sino una “moza” porque siempre se llamó así. Si ellos lo dicen, debe ser cierto. Como yo no vivo en Tarija, ni investigo el origen de la “moza chapaca”, no puedo opinar al respecto.

Pero alguito sé sobre las cholas, esas mujeres ejemplares que forjaron la historia de este país desde antes que fuera tal. Viví en medio de ellas y tengo el orgullo de que mi abuela, doña Basilia Miguez de Montoya, fue una digna y señora chola.

Al margen del cariño de mi abuela, mi primer encuentro –histórico– con la chola fue en 1980, cuando, niño colgado de mi madre, tuve la suerte de disfrutar de un recorrido exclusivo por la Casa de la Libertad y con la guía de un maestro de lujo, don Joaquín Gantier. Fue él quien, mostrándonos un cuadro de una noble española que vivió en Sucre, cuando se llamaba La Plata, nos dijo que el traje que lucía se denominaba “chula” y este fue adoptado, en tiempos coloniales, por las mestizas que pasaron a llamarse cholas.

Pero después conocí a don Antonio Paredes Candia, que fue para mí lo más parecido a un mentor, quien estaba acopiando información sobre la chola en Bolivia, y en 1992 publicó un voluminoso estudio con ese título. En ese libro, don Antonio incluye hasta tres datos sobre el origen del adjetivo cholo/chola: el “cholo” del inca Garcilaso de la Vega (1609), con supuesto origen en las islas de Barlovento; el “chhullu” de Ludovico Bertonio (1612), y los polémicos “cholos perros” de Phelipe Wamán Poma de Ayala (1615). Más allá de los antecedentes pintorescos, el denominador común es que el cholo, y consiguientemente la chola, son los mestizos; es decir, aquellos que tienen sangre y ascendencia europea y americana.

Citado por Paredes, Thierry Saignes aporta un dato documental clave: un padrón de indios de Larecaja, de 1683, donde se consigna a un Pascual Ramos, de 46 años, como cholo; es decir, diferenciándolo de un indio.

E “indio”, que también entraña historia con enormes dosis de dignidad, es otro adjetivo que nos causa problemas al utilizarlo. ¿Por qué lo rechazamos y optamos por “indígena”, cuyo significado es general, válido para todos? (“originario del país que se trata”). Al parecer, hemos peyorado gentilicios y adjetivos al extremo de proscribirlos.

El estudio de Paredes tiene 644 páginas y él también llama “chola tarijeña” a la mestiza de Tarija. Por ningún lado dice que es “moza chapaca”, pero los tarijeños dicen que es así. Seguramente saben más que don Antonio.

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