Miscelanea sobre nuestro aeropuerto ”internacional”

Gastón Solares Ávila 17/03/2020
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Quizá pueda parecer un desatino escribir sobre este tema cuando el mundo enfrenta una pandemia tan seria como la resultante del coronavirus y cuando Bolivia se acerca a la fecha, todavía inamovible, de elecciones generales, acaso las más importantes de nuestra vida democrática porque se interrumpió un gobierno que pretendía eternizarse en el poder, basado en un partido fortalecido durante 14 años,  lapso en el que se terminó con los de oposición, lo que implica que ahora la ciudadanía votará por las personas porque las fuerzas políticas de esa oposición ya no cuentan, al extremo de que los pocos que quedan no tienen siquiera líderes regionales, sencillamente porque no existen.

A pesar de lo expuesto, no pueden dejarse sin comentario problemas que tienen mucho que ver con la vida cotidiana de quienes vivimos en la Capital de la República, como los de nuestro aeropuerto “internacional”. La carretera hasta el desvío hacia Alcantarí, se ha convertido en un peligro porque el tráfico intenso obliga a rebasar con verdadero riesgo y el tiempo de viaje hacia la terminal aérea es mayor que el del vuelo a destinos como Cochabamba o Santa Cruz.  La doble vía es una necesidad que debe merecer prioridad total. 

Además, hay aspectos que dan lugar a vergüenza ajena, como es por ejemplo el sistema de cobro de peaje. Cuando en el mundo se impone el pago computarizado y electrónico que posibilita pasar el control sin disminuir la velocidad, en nuestro caso los conductores tienen que detener sus vehículos, obligados por una cuerda que impide el paso, de la que cuelgan trapos sucios, con objeto de cumplir con la presentación de la licencia de conducir y otros documentos que se exigen de acuerdo al humor del personal de turno. Parece que algunas autoridades no se han dado cuenta de que estamos viviendo el siglo XXI. 

La Terminal aérea que mereció comentarios favorables en esta columna cuando estaba en construcción, resultó chica desde el primer momento. No se supo durante las inspecciones iníciales que las imprescindibles mangas no estaban siquiera contempladas para un aeropuerto que iba tener el rótulo de  “internacional”, ni que habría un solo ascensor  y que la escalera mecánica que tardó mucho tiempo en ser instalada, iba a ser solamente de subida. Tampoco se supo entonces que los servicios higiénicos tendrían limitaciones de agua y capacidad sólo para dos o tres personas, en un lugar donde se mueven cientos de pasajeros.

A propósito de estos comentarios, cuando hace años visitó la ciudad el señor vicepresidente del Estado del gobierno anterior y se  le preguntó en un almuerzo trabajo cómo lograron reducir tanto la inversión, con relación al presupuesto que hicieron los gobiernos anteriores, dijo que era cuestión de eficiencia y de honradez porque con menor inversión se haría una Terminal mejor. Si bien hay que reconocer que el aeropuerto se construyó, también hay que ser objetivos y lamentar que esa Terminal no tenga nada de internacional y que las características, salas de ingreso y servicios, no corresponden por supuesto a una infraestructura aceptable.

Hace aproximadamente un año que una autoridad de AASANA indicó que el tráfico en Alcantarí permitía un ingreso importante y que las operaciones no eran deficitarias, declaración que contrasta con varias deficiencias, como la sala de llegadas nacionales cuya cinta transportadora está dañada desde hace meses, o como el espacio destinado a guardar vehículos de pasajeros que deciden dejarlos hasta su retorno, sin protector del sol, cosa corriente en los administrados por SABSA.

A todo esto, se suma el pésimo sistema de información sobre la llegada y salida de vuelos. Peor aún si se trata de vuelos que no llegan a aterrizar porque  tienen que retornar al aeropuerto de origen por razones de “seguridad” de los pasajeros, cosa que ocurre con más frecuencia de la que se piensa, especialmente en BOA.

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