La ley de la economía que no requiere de promulgación

Juan Pablo Calderón 25/06/2020
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Existe una ley matemática conocida como “Ley de Mateo”, una interpretación econométrica de un pasaje de la biblia que muestra que el rico se hace más rico y el pobre más pobre. Yo creo que la combinación entre la matemática y el día a día ayuda a comprender mejor la vida. La situación post-covid, por ejemplo, podría ser interpretada a través de esa ley.

En ese caso es imprescindible aportar para cambiar esta estructura. El economista y el analista que proponga, el que tiene ingenio que estructure, el que está en la posición de ejecutar que ejecute –sin robar–, y que todos colaboren en su construcción con su trabajo.

En esta pandemia nos enteramos todos los días del impacto económico que causa el aislamiento, incrementando el número de personas que se quedarán sin empleo y las empresas que dejan o dejarán de operar. La Fundación Jubileo estimaba que en Bolivia 1,8 millones de personas pasarán hambre en esta etapa post-covid 19 y el nivel de pobreza puede alcanzar el 35,5% según Cepal. Existe una gran correlacion entre violencia y pobreza o bien entre tensión social y la acumulación desigual de bienes. Es el Banco Mundial la institucion que regularmente publica los resultados de esta conexión denominados como “el coeficiente de Gini”, y viendo los resultados actuales es inevitable percibir que la mayor parte de la gente de Bolivia está en un momento oscuro y las consecuencias de ello aún no las podemos ver.

Analizando datos pre-covid19 (2019) de este coeficiente, observé que a fines del año pasado, en Sudamérica, una región caracterizada por los disturbios de Chile, Venezuela y Bolivia, la desigualdad venía expresada en valores de índices de 44,4% y 46,9% para los casos de los dos primeros países. En el momento del conflicto de las “pititas” en Bolivia, de espíritu político más que económico, el coeficiente de Gini era de 42,2%. Lastimosamente se estima que para el 2020 la cifra supere el 47,5%. Es un resultado que aún en países más desarrollados es considerado insostenible, y nosotros debemos prepararnos para evitar que esta etapa llegue.

A ciertos niveles que alcanzaremos o ya hemos alcanzado en este coeficiente, se activarán los disturbios sociales guiados por varios factores como: el crimen, la corrupción, el hambre, se distorsión del mercado local. Se perderá capacidad laboral calificada, se incrementará la ausencia en la educación y poco a poco se puede crear un espiral económico en bajada.

En el momento que ocurrió esto en Venezuela, se abrieron muchos frentes de conflicto y el resultado lo conocemos todos, así como las lecciones aprendidas de lo que debemos evitar hacer. Al caso de Chile lo relaciono con el de “Los Indignados” en España, en 2011, cuando los jóvenes que empezaron a organizar movilizaciones pacíficas –a diferencia de Chile– porque estaban indignados ante su situación e incertidumbre económica y social, pero sobre todo al ver que la gran inequidad del momento se incrementaba gracias a las medidas políticas y económicas. Dicho en otras palabras, las demostraciones de inconformidad con su status quo se produjo a partir de la indiferencia con la que estos sentían que se los trataba.

En Chile, aprendimos que la diferencia en el sueldo medio frente al ejecutivo se distanciaba cada vez más de las 24 veces en una empresa privada y 18 veces en la pública –frente a las 12 veces en los países nórdicos donde la estabilidad social es ejemplar–. Por ende, una solución a esa indignación tendría que venir por mitigar esa diferencia, pero no a costa de impactar los precios o la libertad del mercado, sino de reducir las ganancias o salarios en las cabezas dentro de un sistema económico más evolucionado y eficiente. Esa enseñanza necesitamos practicarla.

Analizando los valores postpandemia que yo estimo del coeficiente de Gini en Bolivia junto con las predicciones económicas con las que contamos, creo que debemos empezar por escuchar y evaluar las propuestas del sector privado y entidades vinculadas, para ejecutar con urgencia un plan que permita a las empresas sobrevivir manteniendo empleos como una premisa. Eso implica crear el escenario donde se obtengan aternativas viables en la reducción de todos los otros costos y acceso a liquidez, sin que sea cortar empleos el único obvio, ya que este es un problema de todos y no solo de quienes se ven afectados directamente al quedarse sin su fuente de trabajo.

* Juan Pablo Calderón es Gerente General de On Capital, una boutique financiera y de desarrollo de negocios altamente calificada en nuestro país, que pone a disposición sus servicios para asesorar a la empresa privada y pública con herramientas financieras y de gestión de negocio que provean soluciones ante la situación que estas empresas pasan actualmente, además de crear oportunidades de expansión para otras a través de las adquisiciones y fusiones.

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