¿Quién es?, un juego psicológico

Chellis Glendinning 16/08/2020
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Las palabras para describir las personalidades del ser humano tienen sus épocas y se han desvanecido como estrellas fugaces. Hemos visto la astrología, los dioses de la Grecia clásica, la alquimia, la ciencia occidental, el freudismo, las psicologías de Carl Jung, etc. Si investigas tales teorías, vas a reírte entre dientes: es imposible aplicar meras palabras a la vastedad misteriosa del humano.

Pero es nuestra naturaleza pretender.

Hoy existe un recurso útil: es el Eneagrama. Originalmente fue desarrollado en los 1950-1970 por el filósofo boliviano Oscar Ichazo y el psiquiatra chileno Claudio Naranjo, como una versión de los antiguos mapas del cosmos. También hay influencias del filósofo armenio G.I. Gurdjieff y del misticismo cristiano. Usa nueve arquetipos (con conexiones e interacciones). Mi elección es el Número Ocho: la personalidad de La Venganza. Sí, la venganza, el impulso de eliminar a cualquiera que está bloqueando las ambiciones propias. Este temperamento ve el mundo en blanco y negro, y dirige su energía a la dominación, la terquedad, la confrontación, el triunfo. En su manifestación más extrema, su expresión carece de límites y llega hasta la ruina total. La posición social preferida del Número Ocho es la de dirigir proyectos enormes y complicados.

Otro mapa de la personalidad relevante para este juego se presenta en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders-4 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales-4), de la American Psychiatric Association, EEUU (Asociación Estadounidense de Psiquiatría), la guía autorizada para clínicos y terapeutas de EEUU de desórdenes según los síntomas de los pacientes. Aquí hallamos un tipo que se termina Narcisismo: el egotista. Típicamente, su origen proviene de daños, traumas o afrentas inaguantables que ocurrieron temprano en la vida. El resultado puede ser que, como un actor del teatro, la psique activa sus defensas para sostener una imagen de resistencia constante contra la fragilidad y la falta de autoestima que, en realidad, existen en la persona. También puede producir una personalidad sin límites, alimentada por alucinaciones de grandiosidad y métodos de mentira y manipulación.

La combinación del Número Ocho con Narcisismo puede ser tóxica, pero no tiene que ser así. La persona puede manifestar sus tendencias sirviendo a la humanidad como maestra, director de ONG o buen padre de una familia grande, etc.

Pero también puede producir disrupción irracional y violenta.

(Una nota de esperanza: el milagro se da cuando la psique quiere recuperarse. Si hay voluntad de caminar más allá de sus fórmulas fijadas, es posible lograr un carácter diferente, uno al otro lado del teatro de dominación. Tal proceso involucraría reconocer la vulnerabilidad, abrir la puerta a los sentimientos más tiernos, más bien recordar lo que originalmente ocasionó tal estado de defensa y darle la llave a la memoria para resolver los traumas. Y el resultado es el valor, la generosidad, la cooperación. Eso es posible).

Pero trágicamente, dada la fortaleza de la personalidad, es un camino que no se elige con frecuencia.

Estamos jugando. ¿Puedes identificar a una persona así entre nosotros?

* La autora es escritora y psicóloga jubilada psicóloga especialista en estrés traumático.

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