Seguramente, el título suena algo extraño. ¿Por qué comparar Sucre con Ámsterdam, cuidad conocida mundialmente? Se me ocurrió compararlas porque leí sobre el esfuerzo de pobladores de la ciudad en los Países Bajos de mantener algo de la tranquilidad que la pandemia les ha regalado con la ausencia de turistas. Mientras tanto, para Sucre es la paralización de uno de sus sectores económicos más promisorios, que es el turismo, afectando a la hotelería, la gastronomía, el transporte, las artesanías y el comercio en general.
Hay similitudes no irrelevantes entre las dos ciudades: ambas son capitales de países sin acoger a su sede de gobierno. Además, las dos tienen un centro histórico que es Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco y que muestra la grandeza de su pasado. Ámsterdam es la prueba de que una capitalidad incompleta, como se la llama acá, no necesariamente es una limitante para desarrollar su economía; lo importante es decidirse de verdad por la actividad productiva con futuro y para la cual tienes condiciones básicas. No necesito acá señalar que Sucre tiene esas condiciones para el turismo en su patrimonio arquitectónico, su historia colonial, republicana y universitaria, la cultura indígena, los hallazgos paleontológicos…
Volviendo a las diferencias, Ámsterdam tiene casi tres veces más habitantes que Sucre y recibe, en años normales, 200 veces más visitantes, nacionales e internacionales. Gracias a ese éxito, el turismo juega un rol mucho más importante en su economía que en el caso de Sucre. Por muchas décadas, la ciudad ha impulsado el sector con grandes inversiones en: promoción; museos, edificios históricos y eventos culturales y científicos, aprovechando su rico pasado, el legado de artistas como Rembrandt y van Gogh, hasta el éxito de su club de fútbol, el Ajax.
Lo mismo en integración con el transporte internacional; atracción de establecimiento de empresas internacionales; conversión de su centro histórico en un lugar amigable para turistas con priorización para la movilidad del peatón y ciclista; recuperación de parques, plazas y canales (una de las características del centro); y la habilitación del área pública para servicios gastronómicos y terrazas. En todo ha utilizado las condiciones favorables que tiene, explotando y desarrollándolas con un claro objetivo: atraer visitantes de todo el mundo con fines de turismo, trabajo, estudio y negocios.
Pero, ¿por qué algunos pobladores de Ámsterdam quieren menos turismo? Las molestias van desde las calles inundadas de personas hasta últimas horas de la noche, la subida de los precios de la vivienda por su uso como hospedaje turístico, la suciedad y la existencia de actividades en el margen de la legalidad que son atractivos para una parte de los visitantes. O sea, el éxito también trae sus efectos negativos. Sin embargo –y esa es otra diferencia–, Sucre está aún muy lejos –si alguna vez llega a esa situación– de que esas desventajas sobrepasen a los beneficios.
Tenemos aún mucho por crecer, aprendiendo de políticas exitosas así como en su momento previniendo efectos menos deseados.