Que prevalezcan la libertad y la democracia, no el miedo

Editorial Correo del Sur 17/10/2020
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A casi un año de las elecciones generales de octubre de 2019, que fueron anuladas y derivaron en la caída de Evo Morales y su salida del poder, los bolivianos acudimos, hoy, a un nuevo y crucial ejercicio democrático.

Resuenan, todavía, en la memoria de muchos bolivianos, los aciagos sucesos de octubre y noviembre de 2019, el nefasto precedente para la democracia boliviana que significó la constatación de gravísimas irregularidades en el recuento de votos, el derrumbe de una hegemonía política que llevaba catorce años en el poder, y la consiguiente instalación del actual gobierno transitorio con la única encomienda de convocar a nuevas elecciones transparentes.

De la decisión ciudadana que vaya a emerger hoy de las urnas depende mucho más que la sola conformación de una nueva Asamblea Legislativa o la elección de quienes vayan a ser los próximos presidente y vicepresidente de Bolivia. Depende, ante todo, el futuro de nuestra deteriorada institucionalidad democrática, y el rumbo que le toque correr a nuestro país en el actual contexto de crisis política y económica.

Insistimos, como lo hicimos antes en este mismo espacio editorial, en la trascendencia histórica y en la enorme responsabilidad que tiene cada boliviano en el momento de emitir su voto.

La de hoy no es una elección como otras muchas que se celebraron en casi cuatro décadas desde la recuperación de la democracia, el año 1982.

La elección de hoy es, probablemente, una de las más decisivas de todo el proceso democrático boliviano, por todo lo que significaron para el país los catorce años continuos del gobierno de Evo Morales, muy al margen de las controversias e interpretaciones que cada persona pueda tener de ese proceso político.

Así pues, la decisión y la palabra final la tiene, hoy, cada ciudadano cuando emita su voto. Ya no la bulla ni la parafernalia propagandística con que se buscó, en los últimos días, confundir a la gente.

Pocas veces antes hemos asistido a una campaña como la actual, dominada por la estrategia del miedo y orientada a sembrar el pánico y a confundir a la población.

Redes sociales, y por momentos también medios de comunicación, han sido el escenario de una verdadera guerra de versiones y especulaciones, de acusaciones e informaciones falsas.

Es más, en las últimas horas han vuelto a entrar en escena los consabidos activistas políticos internacionales, así como los gobiernos injerencistas y actores políticos de otros países que, a todas luces, pretenden alimentar la desinformación y empañar el acto electoral.

Cabe recordar, sobre ese particular, que Bolivia es, en estos momentos, el escenario de una sórdida batalla de redes políticas internacionales de penetración ideológica que, al igual que muchas otras en el pasado reciente, no buscan sino controlar conciencias e interferir en decisiones soberanas de nuestro país.

Importará mucho, ante tal escenario, el comportamiento de madurez y convicción democrática de los bolivianos, así como la conducción y administración transparente de la votación por parte del Tribunal Supremo Electoral.

O prevalecen la libertad y la democracia, por decisión de cada uno de los bolivianos y de sus instituciones, o corremos el gravísimo peligro de exponernos a escenarios de impredecibles consecuencias.

Solo el voto responsable, consciente y libre podrá aplacar las tentaciones –cualquiera que estas sean– de aquellos intereses que ahora mismo actúan desde las sombras para sembrar la desestabilización.

Ahora es cuando los bolivianos tienen la oportunidad de decidir el futuro de Bolivia y de elegir qué camino desean transitar en los meses y años que están por venir.

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