Todos los tiranos necesitan de juristas del horror que les tiendan la cama; por ejemplo les hagan aparecer extravagantes “derechos humanos” para ser eternos candidatos; les declaren “constitucionales” sus delirios legislativos o, más abajito, se los persigan a sus indeseables con indebidos procesos penales, mejor si se los encarcelan y sacan de circulación, entre otras arbitrariedades.
Esa burda receta no solo se aplica “con éxito” por estos lares –Bolivia, Cuba, Nicaragua, Venezuela, etc.– sino también allende nuestro continente. Recientemente, aunque no debería asombrar a nadie tratándose del ex agente de la temible KGB, el tirano Putín que logró una reforma constitucional para perpetuarse hasta el 2036 (entró el año 1999), a través de una de sus juristas del horror de turno, logró también revocar la suspensión de la sentencia de su ya célebre opositor Alexei Navalny, quien le acusa de haberle envenenado con novichok en sus calzoncillos, habiéndole dejado en estado de coma, siendo salvado en Alemania. Pese a que era de amplio conocimiento público que Navalny se debatía entre la vida y la muerte en Alemania donde tuvo que ser evacuado para recibir urgente tratamiento médico, su jurista del horror y el servicio penitenciario ruso, le exigen a Navalny que tenía que haberse presentado -aunque sea con su cabeza bajo el brazo-, durante su recuperación o inmediatamente después, con lo que ahora le han suspendido ese beneficio post condena y adentro no más.
Resulta que esa sentencia de 2014 por la que Alexéi Navalny y su hermano Oleg fueron condenados por una acusación de fraude comercial y blanqueo de capitales, que en su caso estaba suspendida en su ejecución, fue denunciada ante el Tribunal Europeo de DDHH y el 2017 condenó a Rusia por considerar esas sentencias arbitrarias y poco razonables, concluyendo que vulneró las garantías del Convenio Europeo de DDHH que garantizan el derecho al debido proceso o juicio justo y que no hay pena sin ley, condenando al estado ruso a indemnizarles con 10.000 euros a cada uno y en materia de gastos y honorarios otros 45.000 euros. Rusia pagó, pero su Tribunal Supremo el 2018, rechazó revertir ese trucho veredicto. Le metió no más.
Aunque el tirano con la prepotencia que caracteriza a los de su calaña espetó que de haber el ordenado su envenenamiento, sus sicarios hubieran “terminado el trabajo”; las evidencias apuntan directamente, más aún cuando el equipo del opositor había publicado una investigación sobre el "Palacio de Putin", una “humilde” mansión se dice financiada por sus amigos y empresarios de unos 1.400 millones de dólares, en lo que el opositor ha calificado como "el mayor soborno de la historia". (Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=R5-QWbPkK3M)
No cabe duda que mutatis mutandis, el comportamiento de aquellos sean electos o entren por la fuerza, para perpetuarse en el poder sine die es prácticamente similar en la aldea global. Como el poder absoluto genera corrupción absoluta en la feliz expresión de Acton, además que las mieles del poder se les suelen no sólo subir al cerebro sino quedarse también sine die –sobre todo cuando aquel está vacío–, ese perverso comportamiento para seguir metiéndole no más y/o encubrir sus aventuras, requiere ineludiblemente de un sistema de justicia completamente subordinado a los delirios del tirano de turno y sus secuaces, pues la esencia y razón de ser de ese sistema de garantías, radica precisamente en que procediendo de manera independiente y por tanto imparcial, está obligado a ponerle límites al ejercicio del poder, peor si es que pretende ser ilimitado o delinque sistemáticamente. Por ello, reformas judiciales fracasan o quedan edulcoradas para la platea o son enviadas al congelador también sine die. Al poder, peor cuando es absoluto o debe encubrir al que lo hizo absoluto, no le conviene un sistema de justicia que le respire en la nuca y pueda descubrir o confirmar la basura escondida debajo de la alfombra. Nuevamente, con la puntería que le caracteriza, Lord Acton también sentenció: “Con un poder absoluto, hasta a un burro le resulta fácil gobernar”.