Pensé que sería absurdo referirse al escudo nacional cuando hay tantos otros temas más importantes y urgentes de los cuales ocuparse, pero a medida que políticos, líderes de opinión y medios de comunicación se involucran con medias verdades en este tema, resulta útil hacer algunas precisiones para evitar confrontaciones innecesarias en un país ya dividido.
El tema del escudo fue puesto en agenda por el expresidente Carlos Mesa un mes después de que se incluyera una nueva imagen de Gobierno en reparticiones del Estado. Mesa interpuso una acción de inconstitucionalidad por el diseño y calificó su existencia como “una afrenta contra el país sustituir el escudo de Bolivia por la chakana”, en referencia al nuevo logo, una imagen inspirada en una cruz andina.
La tesis de la sustitución del símbolo patrio no tiene rigurosidad porque no son lo mismo: el logo es una imagen institucional del Gobierno, el escudo es un símbolo nacional establecido en la Constitución Política del Estado (resulta tan obvio tener que aclararlo).
La confusión surge porque en gestiones anteriores el escudo era parte de la identidad visual del Gobierno. Durante la gestión de Jeanine Áñez, la imagen gráfica incluía un escudo nacional en blanco y negro (nadie se rasgó las vestiduras por la ausencia de color) y personalmente me gustaba más. De hecho, creo que la imagen gubernamental debería incluir el escudo en representación del Estado y además ser institucionalizado como “imagen del Gobierno de Bolivia”, no del gobierno de turno.
Si bien el logo actual ya no lleva el símbolo patrio, este no puede ser sustituido como emblema nacional por ninguna otra imagen sin modificar previamente la CPE. En síntesis, se eliminó el escudo del logo pero no está en riesgo como símbolo del país.
En la ola de desinformación que rodea esta polémica, se dijo también que el escudo había sido eliminado de los nuevos billetes. Una observación que llega casi tres años después de que se lanzara el primer corte y que tampoco es precisa, porque si bien el símbolo no está en la parte visible del billete, se mantiene entre las medidas de seguridad con luz ultravioleta.
Por último, se denunció que un cuartel de Sucre había retirado el escudo de la fachada por razones políticas. La historia cobró relevancia con una publicación hecha por el exsenador Oscar Ortiz cinco días después de que el Comando General del Ejército lo desmintió, explicaron que se lo retiró temporalmente “debido a trabajos de refacción que se vienen ejecutando en el frontis de la infraestructura” y que será repuesto cuando concluyan. No vale la pena hacer polémica por eso.
Las representaciones simbólicas son importantes y material de disputa porque a partir de ellas se refuerzan identidades y eso incide en el ejercicio del poder. Sin embargo, tanto la creación de la nueva imagen visual del Gobierno como las críticas en su contra, resultan poco relevantes en una sociedad polarizada y que sobrevive como puede en medio de las múltiples crisis que atraviesa Bolivia. ¿Será mucho pedir a la clase política que evalúe sus prioridades?