Potosí y Sucre son, sin duda, las ciudades más históricas de Bolivia.
Durante el periodo virreinal, la Villa Imperial se convirtió en el centro económico del mundo, lo que la convirtió en una metrópoli, mientras que La Plata fue la sede de la Real Audiencia de Charcas, el más alto tribunal de apelaciones de la corona española de entonces. La audiencia fue, después, la base para que la ciudad se convierta en Sucre, capital de Bolivia.
Los procesos y circunstancias históricas de ambas ciudades dieron lugar a que ambas generaran múltiples atractivos para el turismo que, con todo y el avance de las comunicaciones, todavía no son difundidos y aprovechados debidamente.
Pero no solo estas ciudades tienen atractivos turísticos sino que lo propio ocurre en sus provincias. En el caso de Chuquisaca, basta mencionar a la cultura yampara, que se extiende a los municipios de Yamparáez, Presto, Zudáñez, Icla, Sopachuy y Tarabuco cuyos atractivos no solo son el pujllay y el ayarachi, declarados patrimonio de la humanidad en 2015, sino esa nación preincaica que, por eso mismo, ha dejado abundantes huellas culturales que todavía falta conocer y divulgar.
Lo propio pasa, por mencionar dos ejemplos más, con Camargo, donde existe riqueza vitivinícola, además de huellas de dinosaurios y pinturas rupestres, o Villa Serrano, declarada capital boliviana del charango.
En el caso de Potosí, sus municipios provinciales reportan hallazgos con cierta frecuencia. Hace al más de un año, por ejemplo, la Gobernación reportaba oficialmente la existencia —previamente conocida en niveles turísticos— de una ciudad de piedra mejor conservada que la ya legendaria Aullagas. Aquella está en Tacobamba y esta última en Colquechaca. Su belleza las equipara a Machu Picchu, pero el resto del país no las conoce.
La región del sudoeste potosino es rica en yacimientos arqueológicos y allí fueron encontrados restos de la cultura boliviana más antigua: aproximadamente 14 mil años. En el sur está Tupiza, antigua capital de la nación Chichas, y por ahí está San Vicente, lugar donde murieron los pistoleros estadounidenses ButchCassidy y SundanceKid.
Son muchos atractivos, pero poco conocidos. Qué no darían estos lugares por contar con la promoción de la que goza el Salar de Uyuni, conocido a nivel mundial y por eso atrae a millones de turistas de todo el mundo.
Gracias a esa promoción y al flujo turístico, Uyuni se ha beneficiado mucho en los últimos años. Tiene un aeropuerto internacional y la mayor parte de su población vive del turismo. Lo irónico es que se beneficia del salar sin ser el propietario de esta maravilla natural que se encuentra en la jurisdicción de otros municipios: Tahua, Llica, San Agustín y Colcha “K”. Uyuni es lugar de paso hacia el salar cuyo nombre original es Tunupa.
La cuarentena rígida del año pasado, cuyo primer efecto fue el cierre de fronteras, asestó su primer mazazo al turismo y Uyuni fue uno de los principales afectados, por las razones anotadas. ¡Cuánto se habrán arrepentido sus habitantes de haber protagonizado huelgas y bloqueos en los momentos en que tenían más afluencia turística! Cuando las visitas al salar fueron suspendidas, se dieron cuenta de lo que tenían… cuando lo habían perdido, momentáneamente.
Que ese ejemplo de lo que no se debe hacer cale en el resto de Potosí y en Chuquisaca. Al turista no hay que bloquearlo ni hacerle pagar las consecuencias de nuestras disputas internas. Hay que tratarlo bien para que vuelva y hable bien de nosotros, haciéndonos la invalorable publicidad persona a persona. Uyuni así lo ha entendido y es de esperar que de lo mismo se haya percatado la gente que vive en todos nuestros lugares turísticos. (R)