En “La Emergencia de un sistema político subnacional en el departamento de La Paz (2009 – 2015)”, Gustavo Bonifaz Moreno apuntaba que el sistema de partidos subnacional paceño era relativamente autónomo del sistema de partidos nacional, dado que a) en la Asamblea Legislativa Departamental de La Paz, el MAS no alcanzaba una mayoría de 2/3 como en la Asamblea Plurinacional en ese entonces, aunque sí llegaba al 50% b) las alcaldías en La Paz y El Alto tenían en el Ejecutivo a partidos de oposición y c) los clivajes en el departamento, entre lo urbano y lo rural, pero también entre lo indígena y lo no-indígena facilitaban otro tipo de alianzas que superaban al MAS y su relación con sectores, digamos corporativos, por ejemplo, que el Movimiento Sin Miedo haya logrado alianzas con sectores kataristas en algunos lugares del departamento, pero también la vigencia de Félix Patzi y su victoria en las elecciones a la Gobernación en La Paz, en 2015.
Está claro que esta “autonomía relativa” puede haber mutado: la victoria de Iván Arias y Eva Copa no revelan un comportamiento muy distante a lo nacional –o sea, ese en el que candidaturas se concentran en el voto “antiMAS” y desplazan otras– o bien, el MAS sigue teniendo una presencia importante en la Asamblea Legislativa Departamental de La Paz (25 de 45 asambleístas), lo que se asemeja bastante al nivel nacional.
Si en La Paz esta autonomía relativa del sistema de partidos subnacional puede haberse debilitado, en Chuquisaca está bastante claro que el panorama es autónomo, pero esto en un sentido que preocupa. Es más, independientemente del resultado en segunda vuelta, no solo la composición de la Asamblea Legislativa Departamental de Chuquisaca sino también la votación en Chuquisaca, demuestran que el MAS es hegemónico en el departamento: no solo se trata de que el MAS haya ganado en 9 de 10 provincias, sino de que la votación por Chuquisaca Somos Todos esté repartida de un total de 123.885 votos, un 74% en la ciudad de Sucre (91.997 votos) y el resto en el área rural del departamento (31.888 votos), o bien, que el voto en contra del MAS sea puramente urbano. Esto es preocupante porque, como se sabe, la composición de la Asamblea Legislativa Departamental de Chuquisaca es mayoritariamente del MAS (14 de 21 asambleístas), pero más importante es que mientras los partidos de oposición sigan concentrando sus esfuerzos en conquistar votos en los centros más poblados, el MAS seguirá siendo hegemónico, lo que garantiza deposición de gobernadores de oposición y una nada fiscalización, control y rendición de cuentas en la Gobernación Departamental de Chuquisaca.
No es tema de análisis la sobre o infrarrepresentación de lo urbano y lo rural en el departamento, al parecer, los asambleístas por población garantizarían algún equilibrio: no por nada es que Chuquisaca Somos Todos tiene cuatro asambleístas por población gracias a la votación por su candidato a gobernador. Aunque, claro, no es suficiente y, por supuesto, es un tema a discutir en lo que respecta al Estatuto Autonómico de Chuquisaca.
Pero no quiere decir que una Gobernación gobernable se da siempre que el gobernador esté acompañado por una mayoría en la Asamblea Legislativa Departamental, de su mismo partido. Estos son análisis que no contemplan el concepto mismo de gobernabilidad, y lamentablemente bastante frecuentes en Chuquisaca. Por gobernabilidad debe entenderse la toma de decisiones a nivel estatal, acompañada de una estabilidad, institucionalidad y cultura política en la que una sociedad organizada sea lo suficientemente fuerte para vigilar la toma de decisiones, y por que estas o bien sean de largo plazo, o bien adaptables a un entorno que cambia constantemente. Ahora, estos elementos nos indican ya que la Gobernación de Chuquisaca es ingobernable sin importar quién resultó ganador el 11 de abril: primero, que además de una polarización entre el MAS y la oposición, también está acentuada la polarización entre lo urbano y lo rural en Chuquisaca; segundo, que la institucionalidad no está garantizada si tomamos en cuenta que a) de Bs 865 millones presupuestados en 2020 para la Gobernación, el 69,25% de ese monto está comprometido a proyectos que vienen desde el nivel central (es decir, el gobernador solo contará con 30% de ese presupuesto para eventuales obras o proyectos) y, además, debe sumarse la deuda de la institución con otras entidades (Fancesa, pero también empresas individuales, hablamos de alrededor de Bs 70 millones), b) la mayoría de asambleístas en el MAS (14 de 21) y 21 de 29 municipios en los que hay un alcalde del MAS debilitan cualquier mecanismo de control, transparencia y rendición de cuentas y c) está muy claro, los hechos lo comprueban, que mayorías en legislativos, con agendas poco delimitadas, prometen que los asambleístas no vayan a defender intereses particulares, sino intereses partidarios; tercero, está claro que la cultura política en el departamento gira en torno a partidos que no construyen mayorías, sino que favorecen a una suerte de bipartidismo, esto quiere decir, partidos que buscan una “posición privilegiada” en órganos legislativos, o bien, que se “alían” a otros para llegar luego a ampliar redes clientelares y desfalcar instituciones estatales.
Si el panorama es oscuro para la Gobernación de Chuquisaca, no se debe únicamente al MAS, se debe también a la incapacidad de los partidos políticos para construir mayorías. Lejos del resultado en segunda vuelta, está claro que el sistema de partidos subnacional en Chuquisaca debe lograr su autonomía. Es decir, un sistema de partidos subnacional no puede resignarse a un bipartidismo que, en realidad, se trata de la competencia entre un partido de alcance nacional y otros que no salen de lo urbano. No es una competencia justa, pero es una competencia que los partidos políticos en Chuquisaca aceptan al meterse de lleno en el “voto antiMAS”. Tanto en Concejo Municipal de Sucre como en Asamblea Legislativa Departamental de Chuquisaca, un escenario mucho más equilibrado y en bien de lo colectivo habría tenido mínimamente a tres fuerzas mayoritarias al interior de los legislativos. En pocas palabras, si el panorama es oscuro es porque el departamento tiene a unos partidos que entienden poco o nada sobre la importancia de dotar institucionalidad y responsabilidad política a sus instituciones estatales.