Ya están definidas las principales autoridades de Chuquisaca y de Sucre que serán posesionadas en mayo: el Gobernador opositor y el Alcalde oficialista. En la anterior gestión, los dos fueron oficialistas y nos fue peor que nunca, y en la previa fue algo al revés, pues el gobernador era el oficialista y el alcalde opositor; nos fue un poco menos mal, puesto que el centralismo se ríe de nuestros “autónomos gobiernos departamentales”.
Según el diccionario, autonomía es la facultad de personas y de entidades para obrar según criterio propio, con independencia de la opinión o del deseo de otros. En el diccionario boliviano, autonomía es una palabra que no existe, o que existe pero que no sirve para nada, porque quiere decir que con el nombre de autonomía, el que ejerce el poder central puede hacer lo que le da la gana ordenando a las autoridades departamentales a hacer lo que se les instruye, convirtiéndolas en simples agentes del centralismo y traidores a su región.
Nadie que tenga sano el cerebro puede desear que al gobierno central no se lo tome en cuenta, que las autoridades departamentales lo ignoren o se opongan a todo porque con esa conducta les irá mal a las regiones y al país. Lo que se pretende es un trabajo efectivo, con capacidad de gestión y un trato de respeto recíproco entre los altos funcionarios del gobierno central y las autoridades regionales porque todos fueron elegidos para servir a los electores, que son los contribuyentes que pagan impuestos para que los elegidos los administren. A nadie se le entregó el título de propiedad de nada, por lo que la generalizada soberbia está siempre de más.
Si les va bien a las autoridades departamentales, oficialistas u opositoras, le va bien al gobierno central y le va bien al país. Los fondos estatales y los que se pueda financiar internacionalmente son para inversión pública y para el desarrollo nacional y el bienestar de todos los bolivianos, que deberían preferir siempre un trabajo digno dejando de pensar en bonos que se justifican solamente en momentos de emergencia como el que se vive actualmente. Si los recursos son bien administrados, se da también seguridad jurídica y a las inversiones públicas se suman las privadas que generan riqueza, que es la mejor manera de luchar contra la pobreza. Esas condiciones permiten el crecimiento económico que si es bien planificado se convierte en desarrollo económico, característica de los países que practican y ejercen la democracia como se debe y no la tiranía con el nombre de democracia.
Hay que recuperar los verdaderos significados, tanto el de autonomía como el de democracia, para evitar algo similar a lo que pasó durante la Revolución francesa. ¿Se acuerdan del dicho “Libertad, libertad, ¿cuántos crímenes se comenten en tu nombre?”.
Que el cambio de autoridades implique para el país, y especialmente para Chuquisaca, una etapa de reencuentro entre los habitantes del campo y de la ciudad, como ofreció el futuro gobernador, y que no tengamos que lamentar al final de la gestión eso que nos volvió a pasar: más de lo mismo.