En actos a realizarse a lo largo y ancho del país, este lunes, las autoridades que fueron favorecidas con el voto en las elecciones del 29 de marzo tomarán posesión de sus cargos.
En el marco teórico de la política, esta supuesta renovación de autoridades debería ser el inicio de un nuevo periodo —pues sería excesivo hablar de una era— que tendría que estar signado por la renovación.
En la teoría de la que hablamos, el ejercicio del mando es una tarea que es encomendada periódicamente a algunas personas ya que resulta imposible que todos y cada uno de los ciudadanos gobiernen al mismo tiempo. Como eso no es posible, entonces, se delega el mando a algunas personas, las que actuarán a nombre de todos por un periodo determinado. Están ejecutando un mandato, el de la sociedad, y por eso es que también se les llama mandatarios.
Entonces, la delegación de funciones, en este caso la de gobernar, es el resultado de un pacto político implícito que se hace explícito en las leyes. Estas son las que señalan cómo es que se elige a los mandatarios, bajo qué condiciones y por cuánto tiempo.
En un marco democrático ideal, la mayoría de los ciudadanos debería tener la posibilidad de ejercitar el mando; es decir, ser elegido mandatario. Por eso es que se habla de la alternancia; es decir, “distribuir algo entre personas o cosas que se turnan sucesivamente”. Sobre esa base, hoy se habla de la necesidad de que los cargos de legisladores, que en el nivel sub nacional corresponde a asambleístas, concejalas y concejales, sean desempeñados durante la mitad de la gestión por los titulares y la otra mitad por los suplentes. Se trata de una interesante propuesta que, sin embargo, tiene sus bemoles.
Aunque la potestad ejecutiva de las gobernaciones y alcaldías sea ejercida por las máximas autoridades ejecutivas, a quienes también se conoce por la sigla MAE, el poder suele radicar muchas veces en los cuerpos legislativos, pues estos también tienen atribuciones de fiscalización. Ahí se habla, entonces, de gobernabilidad. Si la agrupación política de la MAE tiene mayoría en el cuerpo corporativo del gobierno regional, llámese Asamblea Legislativa Departamental o Concejo Municipal, la tarea de gobernar será más sencilla. Si no hay mayoría, habrá una permanente pugna entre lo que quiera hacer la MAE y lo que su cuerpo corporativo le permita.
Por tanto, las gestiones que se inauguran este lunes estarán sujetas a los criterios de gobernabilidad en los que la correlación de fuerzas será determinante. Eso, lamentablemente, pondrá los temas importantes a un segundo lugar ya que, antes de atender estos, la MAE estará en permanente pulseada con los cuerpos corporativos de su correspondiente gobierno.
A partir de ese razonamiento, resultaría ocioso hablar de las prioridades que deberían tener los gobiernos que inician su gestión hoy. En el caso de las gobernaciones de Chuquisaca y Potosí, está claro que la correlación de fuerzas de sus asambleas legislativas departamentales responderán, en por lo menos alguna medida, a las contradicciones que se observó con los resultados de las elecciones: mayoría para el partido en función de gobierno en las provincias y a favor de fuerzas opositoras en la capital de departamento.
En el caso de las alcaldías de Sucre y Potosí, ayer dimos un pantallazo de prioridades en cuanto a obras, en la revista Ecos, tomando como base la proximidad del bicentenario de Bolivia. Queda saber, a partir de hoy, si los nuevos alcaldes, y sus concejos municipales, responderán al desafío o simple y llanamente caerán en las pugnas políticas, como pasó con las que cesaron en sus funciones el viernes.