Martins, la Conmebol y el covid

Editorial Correo del Sur 16/06/2021
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Cualquier desprevenido de que el fútbol no se mueve al ritmo de un balón, sino del dinero que genera, podría pensar que la Copa América 2021 se está jugando de milagro, después de los avatares sorteados por la Conmebol en el último mes.

Conviene recordar que la edición 2020 del torneo más importante de selecciones de fútbol a nivel continental se pospuso por la pandemia del coronavirus.

En 2019, al cabo de la Copa organizada ese año por Brasil, ya se había definido que la próxima iba a disputarse —de manera inédita— en dos países: Argentina y Colombia.

Hasta ahí, todo marchaba como sobre ruedas. Pero, a falta de un mes para el puntapié inicial, la nación cafetera comunicó que no sería parte de la organización, y, dos semanas después, los argentinos siguieron sus mismos pasos. Ambos, por el agravamiento de la crisis del covid-19.

Cuando todo hacía suponer que el certamen se postergaría una vez más, considerando que nuevas olas de contagios azotaban a la región y que la mayoría de los sistemas sanitarios no estaban respondiendo como deberían a la emergencia, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) se alió con Brasil y decidió realizarlo en ese país, que —sintomáticamente— tiene de presidente a Jair Bolsonaro, un mandatario díscolo con las medidas planetarias anticovid.

No solo eso. En la semana previa al inicio del torneo corrió el rumor de que los capitanes de algunas selecciones lo boicotearían, como una forma de adhesión a las voces que, no sin sensatez, consideraban inoportuna una competencia deportiva de esta magnitud en medio de semejante crisis sanitaria, exponiendo además a sus protagonistas a contagios como, en efecto, está ocurriendo ahora mismo.

Ese boicot, que hubiera sido a la nueva organización pero, sobre todo, a los mandamases del fútbol sudamericano, finalmente no ocurrió y, como sabemos, la pelota —impregnada de sus intereses económicos— rodó nomás...

Pero, resulta que la bomba no se había desactivado del todo. Unas inesperadas afirmaciones del jugador —en este momento— más representativo de la Selección Boliviana, Marcelo Martins, provocaron un verdadero remezón al interior del fútbol sudamericano.

“¿Si se muere una persona qué van a hacer ustedes? Lo que les importa solamente es el dinero. ¿La vida del jugador no vale nada?”, escribió Martins, y sus palabras tuvieron repercusión internacional porque se trata, hoy por hoy, del goleador de las eliminatorias del Mundial de Qatar 2022.

El “Flecheiro” se desahogó en su cuenta de Instagram con ese mensaje (que luego eliminó) dedicado a la Conmebol, horas después de que el director técnico César Farías lo dejara fuera del equipo que enfrentó a Paraguay. De esta manera, el entrenador dio a entender (porque ni él ni la Federación Boliviana de Fútbol quisieron revelar los nombres) que Martins estaba entre los tres jugadores nacionales que, según información hasta ahora extraoficial, dieron positivo en las pruebas de coronavirus.

Lo cierto es que el reclamo del 9 de Bolivia enojó a la dirigencia del fútbol en el continente. La Conmebol no tardó ni un día en reaccionar y le abrió un expediente por supuestamente infringir el artículo 12 de su Código Disciplinario, que obliga a los jugadores a “actuar en todo momento con respeto y estricta observancia a los principios de lealtad, integridad y deportividad.

Entre otras cosas, le acusan de “comportarse de manera ofensiva, insultante o realizar manifestaciones difamatorias, insultar de cualquier manera y por cualquier medio a la Conmebol y utilizar un evento deportivo para realizar manifestaciones de carácter extradeportivo”.

En pocas palabras, no se aguantaron que les dijeran una verdad más grande que una casa: los jugadores corren un riesgo serio en la Copa América. Y fue, para ellos, como una humillación en público que un futbolista de la talla de Martins dejara expuesta su avaricia, en detrimento de la salud.

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