Hacer lo correcto

A TI, JOVEN CAMPESINO Pedro Rentería Guardo 30/06/2021
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Parece que en determinadas épocas tenemos palabras, frases, conceptos, ideas que, por diferentes motivos, usamos con insistencia. Por ejemplo, ahora os oigo mucho a vosotros, chicos del hogar-internado y chicas que acudís a nuestro Colegio, la palabra “tóxico” o “tóxica”.  Con esa palabra designáis a una persona -familiar, amigo, enamorado, vecino- que os resulta fastidiosa y ante la que preferís guardar distancia. La define el Diccionario como: “lo que contiene veneno o produce envenenamiento”.

En algunas conversaciones os habéis explayado indicando la mentira, la violencia, la irresponsabilidad, la falta de comunicación… en fin, el desencanto que os producía la presencia de esa persona tóxica. Sabed que en el mundo de los libros de autoayuda, tal término lo encontramos en repetidas ocasiones. 

Pero hoy, por lo menos en mi entorno, surge, no ya una palabra, sino una breve frase que, sinceramente, me gusta mucho: “hacer lo correcto”. También consulto el Diccionario: “dicho de una persona, de conducta irreprochable”. Veo que es una definición linda y limpia para “correcto”.

Brota en medios de comunicación intentando evidenciar la actuación de alguna persona pública, más por trabajar en silencio y discretamente que por asomar machaconamente en los noticieros. La hemos encontrado en momentos de desastres, pandemias o penurias, aplicada a quienes, valientemente, han sabido acercarse al peligro para ayudar a otros. Me la manifestó hace tiempo uno de ustedes, changuitos, a propósito de cierta reprimenda que recibió de su mamá, en este tiempo de vacaciones, por no cumplir esas tareas de casa en las que debemos apoyar.

Disculpen mis lectores si vuelvo al tema de las películas, como en algún artículo anterior (sigo pensando que el cine, bien utilizado, es altamente educativo), porque el “hacer lo correcto” apareció transparente en un film, “Milagro azul”, que compartí con los chicos, esta vez del Hogar Granja Sucre. Basada en hechos reales, la película nos cuenta las peripecias del responsable de una Casa Hogar de insuficientes recursos, en Méjico, para conseguir platita y saldar un montón de deudas, participando en un lucrativo torneo de pesca. 

Creo que en los casos que he comentado, y en todos aquellos en que se nos pide una acción responsable y correcta, tenemos la posibilidad de actuar así, cabalmente, o de echar mano de “subterfugios” (ahora, chicos, busquen ustedes en el diccionario), evasivas, justificaciones -hasta bien intencionadas-, medias verdades, etc. 

El protagonista de la película arriba citada tuvo la oportunidad de montar una gran trampa en la competición, para ganar el dinero necesario y evitar que la Casa Hogar cerrara sus puertas y los niños volvieran a las calles. Alguien le hizo pensar que el fin justifica los medios. Sin embargo, él optó por la salida más difícil, pero más correcta. Eso es, hizo lo correcto. Y se ganó, claro está, la admiración, el cariño y el respeto de sus chicos, que a partir de esa experiencia se plantearían cómo actuar en su vida.

Hacer lo correcto, queridos chavales y lectores adultos, es ante todo vivir la sinceridad. Valor humano y virtud cristiana que nos ayuda a no equivocarnos, aunque nos compliquemos. Y desde nuestra Fe de creyentes, el hacer lo correcto se convierte en la gran exigencia que nos enseña Jesús en su Evangelio y nos acerca al corazón grande y amoroso de Papá-Dios. 

El que Jesús, el Maestro, hiciese lo correcto cuando se le acercaban tantos que, tramposamente, le querían denunciar como blasfemo o cuando eran los pobres, enfermos y excluidos los que buscaban su cercanía, sirvió para ganarse un juicio injusto y una muerte terrible en la tortura de la cruz.

Que el hacer lo correcto, con su necesaria verdad, sea una consigna a valorar. En cada circunstancia, por costosa que nos parezca. Y los muchachos de la Casa Hogar de la película, con el premio conseguido, pudieron reformar sus ambientes y alcanzar un digno lugar para compartir el diario quehacer: la amistad, el estudio, el juego, la comida… la vida. 

Siempre, siempre, hagamos lo correcto. Y no nos equivocaremos.

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