Bolivia, campeón de América

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 06/07/2021
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Como es de conocimiento general, Bolivia ha quedado eliminada, otra vez, de la Copa América y, tal como van las cosas, lo más probable es que tampoco clasifique al próximo mundial de fútbol.

Sin embargo, las personas que aman el fútbol, y son militantes del machismo, no tienen de qué preocuparse pues el país que no consiguió ni un solo punto en la Copa América de Brasil, ostenta un vergonzoso campeonato en la región latinoamericana: somos el país con la tasa más alta de violencia doméstica. 

Las cifras demuestran que, en Bolivia, el 60 por ciento de las mujeres han sufrido abusos físicos o sexuales por su pareja actual o más reciente. En otras palabras, los bolivianos somos los campeones de América Latina en golpear a las mujeres.

El triste porcentaje está contenido en un informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). De allí se desprende que Bolivia no solo es campeón en violencia intrafamiliar, como también se la llama, sino que “gana” por goleada este abominable título, porque frente a su 60 por ciento, los países que le siguen son Colombia, Ecuador y Perú con 30 a 35 por ciento, mientras más abajo aparece Uruguay con 10 por ciento.

Pero no todo queda ahí, porque según el mismo informe del PNUD la tasa más alta de feminicidios en América está en Bolivia (2,0), seguido por Brasil (1,6) y Uruguay (1,5).

Es decir, también Bolivia ganó la Copa América de feminicidios: los hombres golpeadores y asesinos del país ya pueden levantar la copa de la muerte y gritar “Somos los que más matamos a mujeres en el subcontinente”.

Pero hay un detalle igual de preocupante: esas estadísticas que colocan a Bolivia como el país que más golpea y mata a las mujeres está basado únicamente en los datos oficiales que se recogen en los puestos policiales o los juzgados. La realidad es aún más dramática si se considera los muchos casos que no se llegan a denunciar ni a conocer por miedo, por vergüenza o porque simplemente no confían en que su denuncia logre un objetivo ni sirva para salir del círculo de la violencia.

En el caso específico de Bolivia también ocurre el fenómeno de la violencia intrafamiliar en áreas rurales o comunidades alejadas de los poblados, donde los casos de violencia contra las mujeres jamás llegan a las estadísticas.

Solo en lo que va del año, en Bolivia se han registrado 57 feminicidios, la mayoría de ellos en La Paz (18), Cochabamba (10) y Santa Cruz (9).

De los casos denunciados, el 35 por ciento de feminicidios registrados en el país no tienen sentencia contra los culpables.

En la región, la estadística no está tan actualizada, pero según el Observatorio de Igualdad de Género de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), 4.555 mujeres fueron víctimas de feminicidio en 18 países en 2018.

Así estamos, somos el campeón grotesco en el trato con las mujeres, en muchos casos bajo el influjo del alcohol, en otros como consecuencia de la falta de educación, por la pobreza, por la pandemia o por la razón que fuera, el caso es que en la estadística encabezamos como país las tablas de posiciones pintadas de sangre.

A todo ese panorama aún hay que sumar la violencia sexual y psicológica, que también son habituales en las noticias que cada día registran los medios de comunicación.

Hay mucho por hacer en esta materia, y en ello no solo el Gobierno central tiene una gran tarea, también las gobernaciones y alcaldías que tienen la obligación de promover campañas de educación y buscar iniciativas que nos saquen del cuadro de la vergüenza en la región y cuando menos, reduzcan las tasas de violencia intrafamiliar y de feminicidios.

Cuando esas cifras bajen, podremos levantar dignamente la cabeza para ver qué hacemos con nuestro bajo rendimiento en la mayoría de los deportes de masas.

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