La semana pasada, algunas personas opositoras al MAS se han ocupado de hallar similitudes entre el emperador romano de triste memoria y el líder de esa organización, Evo Morales. Esto debido a ciertas declaraciones que ponen sobre el tapete algunas de las acciones que hubiera estado dispuesto a tomar el entonces presidente. El problema es que la asociación es muy torpe, porque se funda, en realidad, en un hecho completamente improbado. Los parecidos con Nerón no tienen nada que ver con el incendio de Roma, y las intenciones de “incendiar” La Paz. Para empezar, porque en realidad el incendio que devoró varios barrios de Roma hace casi 2.000 años, no fue causado por el emperador de marras.
La historia popular, digamos la versión estilo Galeano, del reinado de la primera dinastía de emperadores romanos nos relata que Nerón hizo quemar Roma para construir un gran palacio y que, mientras la ciudad se consumía, él tocaba su lira. Luego culpó a los cristianos y los castigó severamente enviándolos a los leones, y mandando decapitar a San Pablo, y crucificar a San Pedro.
Lo cierto es que lo de la lira fue puro lirismo, lo del incendio fue dudoso, cuando no francamente inventado, y los cristianos fueron perseguidos, pero no por el incendio de Roma, sino porque tenían una propuesta social muy desestructuradora: la condena a la riqueza, a los bienes materiales, y a la propiedad, no es poca cosa.
Nerón sí tuvo algunas coincidencias con Evo, gobernó 14 años, persiguió a quienes consideraba enemigos de una manera atroz, se inventó conspiraciones que no había, construyó coliseos, y un palacio sobredimensionado, y llegó un momento en que los ciudadanos se cansaron de él pese a su enorme popularidad entre las clases populares. Pan y circo funcionan, para el populismo, entonces y ahora, son cartas de ganador. Luego Nerón se suicidó, (algo que podría llamarse un buen ejemplo para muchos gobernantes).
Nerón ganó mala fama por las razones equivocadas y por la mala propaganda que le hicieron Suetonio y otros historiadores, en parte por razones políticas.
En estos tiempos, una acción de su vida podría tener gran relevancia, y hasta se le podría significar el que le erijan unos monumentos en los lugares que se están quedando sin estatuas por la demonización a Colón y otros, y es que en estos tiempos LGBT, vale rescatar al primer gobernante, del que tiene referencia la historia, que se casó con un hombre, Sporus, ese detalle no es poca cosa.
Sporus, por su parte, debería ser reivindicado como la víctima que fue, (se suicidó para no ser humillado públicamente luego de la muerte de Nerón), y sí, acompañó hasta las últimas consecuencias a su esposo venido en desgracia. Hasta aquí, una interesante historia de amor y política con retrogusto transgénero.
Y respecto a estos negros días, no, no vale la pena comparar a Nerón con Evo Morales, es una asociación demasiado burda. Lo importante es recordar, y poner en claro, que Morales perdió toda legitimidad porque violó su propia Constitución, más allá de que esta tenía, y tiene, en sí misma el defecto de poder abrirse a un gobierno eterno. La derrota del 21 F, cerró esa posibilidad y, de ahí en adelante, el camino a “legitimar” la candidatura de Morales fue ilegítimo e inmoral.
Los últimos años han sido años horribles para Bolivia: los unos persiguiendo a los otros, los unos cometiendo más abusos que los otros, la pandemia mal manejada porque primaron los intereses de poder de ambos bandos, pero aclaremos que todo este malestar, esta degradación, es producto simplemente de las ansias de una persona y de su entorno por perpetuarse en el poder, es producto del abuso de poder que ellos ejercieron para distorsionar las normas democráticas. Morales no fue víctima de un golpe, lo fue de su angurria y de la obsecuencia de quienes le rodeaban.
Al momento de buscar justicia respecto a todo lo que ha sucedido en estos años, no se puede ignorar la enorme responsabilidad del hombre que se proclamaba como representante de la reserva moral de la humanidad.