Las presentaciones que está haciendo el Comité Custodio del Patrimonio Arquitectónico, Histórico y Cultural del proyecto del Parque del Bicentenario tienen la colaboración del Instituto de Investigación del Departamento de Arquitectura de la Universidad Católica, cuya participación ha enriquecido la idea inicial porque amplía el Centro Histórico de Sucre incorporando tanto la exestación Aniceto Arce como la de El Tejar.
Indudablemente, hay problemas que resolver sobre propiedad de terrenos y otros importantes, ya que se trata de un proyecto ambicioso, pero no hay que seguir con el complejo de aceptar que tenemos mentes muy chicas para enfrentar proyectos grandes.
Sucre tiene fortalezas y son esas las que hay que aprovechar. Somos Capital Constitucional de Bolivia y no nos damos cuenta de que esa condición más parece un apodo que no nos sirve para nada. ¿No sería posible gestionar que todas las reuniones internacionales se lleven a cabo en nuestra ciudad? ¿Acaso no tenemos un bello Centro Internacional de Convenciones construido precisamente para ello? Estas reuniones no se llevan a cabo en La Paz por la altura y se las convoca en Santa Cruz, utilizando la infraestructura de un hotel o un pabellón de la Feria, ambos buenos escenarios de la linda ciudad oriental pero… ¿y Sucre qué?
Con el Parque del Bicentenario, se amplía el Centro Histórico, el que nos dio el título de ciudad patrimonial, aumentan las actividades artísticas y culturales, el comercio artesanal, crecen las áreas verdes que la ciudad necesita desesperadamente, y el efecto multiplicador de la inversión lo primero que hace es generar fuentes de empleo.
Nuestra Universidad, de gran prestigio en otra época y una de las primeras de la América hispana, atrajo estudiantes de todo el país y del exterior. Ahora, se limita a estudiantes de la capital y de las provincias, lo que por supuesto está bien, pero lo que no está bien es que empiecen sus estudios pensando en el lugar al que se irán a trabajar en cuanto los terminen. Por esa razón, cada vez es menor el peso político de todo el sur con relación al eje central, cuya primera consecuencia es la desintegración nacional en una época de integración mundial.
Todo el mundo habla de la importancia del turismo y este proyecto, además de incentivarlo, está proyectando una actividad paralela y acaso tan importante como es la recuperación, obviamente parcial, de nuestra condición de Capital. Nada permite “vender” una ciudad en mejores condiciones que el comentario personal de los visitantes, lo que está demostrado en todas partes del mundo.
Este proyecto permitirá, además, incorporarnos a la red nacional de promoción turística, porque actualmente estamos totalmente marginados. Se promocionan otras regiones y nos quedamos como ciudad de paso.
Tenemos que elegir entre dos opciones: dejar que nuestras tradiciones desaparezcan como hasta hoy, con un crecimiento que nos transforme de ciudad blanca e histórica a una manchita sin áreas verdes, rodeada de edificios inconclusos de ladrillo visto, o enfrentarnos a la adversidad con coraje y capacidad de gestión, respaldados por nuestras fortalezas.
El futuro depende de nosotros y puede ser promisorio si nos decidimos por obras como la propuesta por el Comité, que generen trabajo e ingreso, que beneficien a todos los ciudadanos y contribuyan al desarrollo armónico del país.