La Iglesia Catedral

Gastón Solares Ávila 30/07/2021
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El 15 de mayo de 2013, y en otras varias oportunidades, nos referimos al lamentable estado de la Iglesia Catedral de Sucre, definitivamente la construcción más emblemática de esta ciudad. Comparada con otras del mundo, no está dentro de las grandes, pero para los chuquisaqueños es hermosa y está llena de historia.

Fue construida durante los años 1551 y 1712 y consta de tres naves de varios estilos arquitectónicos. Ambas portadas son más o menos del año 1700, en piedra bien decorada y de estilo barroco. El interior cobija obras de arte colonial religioso y la capilla contigua guarda la imagen de la Virgen de Guadalupe, patrona de Sucre.

La torre se compone de tres cuerpos de estilo barroco y termina en forma de cúspide. En sus balcones están las estatuas de los apóstoles y evangelistas y su reloj, construido en Londres el año 1772, sigue funcionando, aunque tiene altibajos que obligan a su constante reparación.

Este templo ha estado sujeto a varias remodelaciones, tanto por simple mantenimiento como por reparación o remodelación, sobre todo después del sismo del año 1948, en el que se malogró su estructura y la de su famosa y bella torre. Pero ha tenido largos lapsos de abandono y quizá el más preocupante fue precisamente el de la última década,  durante la cual se clamó por su restauración sin que ocurriera nada, hasta que finalmente en 2018 fue declarada Patrimonio Cultural Material del Municipio de Sucre, lo que permitió el uso de recursos públicos para su restauración.

Con una inversión de algo más de medio millón de dólares, financiados entre la Alcaldía y la Gobernación y gestionados por Mons. Juárez, arzobispo emérito, nuestra Escuela Taller logró una bella restauración externa e interna y los jóvenes estudiantes, hombres y mujeres, así como los trabajadores bajo la permanente dirección de Domingo Izquierdo, pusieron una vez más de manifiesto su sacrificado y comprometido trabajo en beneficio del patrimonio arquitectónico de la ciudad.

Los detalles de la última restauración son muy interesantes, tanto de la fachada como de la torre y el interior; lamentablemente por las limitaciones de espacio propias de las columnas de opinión, no es posible difundirlos en esta nota. Sin embargo, es importante indicar que los trabajos se han realizado en las sacristías, en la Sala Capitular, en las naves central y laterales, en los coros, en las altas ventanas, en bóvedas y cúpulas y, por supuesto, en la fachada y en los cuerpos de la torre, instalando el nuevo sistema de iluminación con controles automatizados. Las portadas de piedra, los portones de madera y las rejas de bronce por supuesto que han sido parte importante del trabajo que con justicia se destaca hoy.

El centro histórico se ha enriquecido con este trabajo y la plaza principal tiene aspecto renovado porque, felizmente, el buen ejemplo está siendo seguido por propietarios de otros edificios que, además, ya están iluminados.

A veces las buenas noticias también se juntan, pues se nos ha informado que pronto la Escuela Taller iniciará trabajos similares de restauración en la capilla de la Virgen del Carmen, La Rotonda, gracias a un financiamiento de la Cooperación Suiza.

Pareciera que se está empezando a comprender que manteniendo toda la arquitectura que nos dio el título patrimonial, lo que podamos hacer para lograr que el proyecto del Parque del Bicentenario se ejecute y cuidando nuestras fortalezas históricas, artísticas y culturales, vislumbraremos un futuro mejor para las nuevas generaciones que, orgullosas, podrán disfrutar de lo que hicimos hoy las actuales en honor a nuestros antepasados y a su enorme legado de esta hermosa ciudad.

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