Las ilusiones de que se pueda volver a la normalidad y superar el golpe de la pandemia del covid-19 a la economía mundial enfrentan varias amenazas que podrían llevarnos a una época de nuevas dificultades, en lugar de la rápida y vigorosa recuperación que muchos anunciaban. La gravísima crisis de la logística en el transporte marítimo, el impacto que tendría sobre la demanda mundial de materias primas la caída de las grandes empresas de construcción de viviendas en China y la crisis energética que sufre esta misma nación asiática pueden tener efectos disruptivos que ya están provocando escasez de productos, incremento de costos y elevación de los precios al consumidor.
La teoría del Cisne Negro, desarrollada por el economista Nassin Nicolas Taleb, denomina así a un evento inesperado, que parecía improbable, con gran efecto disruptivo y que, analizado posteriormente, tenía muchas posibilidades de ocurrir. Es lo que ha sucedido con la covid-19, la pandemia que ha golpeado a la humanidad convirtiéndose en la mayor crisis global desde la Segunda Guerra Mundial.
Una serie de eventos, entre los cuales están principalmente los efectos de la cuarentena adoptada inicialmente en China para evitar la propagación de la covid-19 y posteriormente adoptada por casi la totalidad de las naciones del mundo, ha desordenado la cadena del transporte marítimo llevándola a una situación de incapacidad para satisfacer la demanda de productos generada por la reapertura de las economías después de las primeras olas de la pandemia.
El resultado es que hoy el precio de los contenedores se ha multiplicado por cinco y se proyecta que seguirá creciendo aún más. Por ejemplo, transportar un contenedor a inicios de 2020 desde China hasta los puertos chilenos, como Iquique o Arica, costaba menos de $us 2.000; actualmente el promedio se acerca a los $us 15.000 y algunos analistas temen que llegue a superar los $us 20.000. No solo ello, si antes el tiempo promedio de una importación por la vía marítima era de 90 días, las nuevas importaciones podrían demorar hasta 180 días.
En una reciente conversación que sostuve con el economista José Gabriel Espinoza, advertía que esto afectará a muchas empresas bolivianas porque si las mismas antes rotaban su capital operativo entre tres y cuatro veces por año, con estas nuevas condiciones a lo máximo podrán llegar a hacerlo solo dos veces, lo cual debilitará sus ingresos y rentabilidad. Además, esto afectará la disponibilidad de insumos para nuestras industrias y de productos para los consumidores, impactando en los costos para gran parte de la economía.
Es tal el impacto mundial de este fenómeno que la prestigiosa revista The Economist titula la portada de su último número “The shortage economy” (La economía de la escasez), ilustrando esta nueva realidad con la representación de un escaparate vacío con una sola manzana para comprar.
El experto en logística y cadena de suministro Christian Gamarra denomina a esta situación un verdadero “tsunami logístico a nivel mundial”, estimando que esta crisis de transporte se prolongará en las actuales condiciones hasta fines de 2022 y que recién a mediados de 2023 se estaría retornando a cierta normalidad en el transporte internacional de mercaderías.
Las otras amenazas no son menos graves. Una crisis inmobiliaria china afectará su crecimiento económico, disminuirá su demanda de productos y golpeará los precios internacionales de las materias primas. Una crisis energética china golpeará nuevamente su producción, provocando un círculo vicioso de desabastecimiento e inflación a nivel internacional.
Todas estas crisis afectarán a Bolivia, implicando nuevos golpes a la economía de las familias. Caminamos hacia estas situaciones sin que se tome ninguna previsión, sumergidos en la polarización política que procura el relato oficialista. El bienestar de nuestro pueblo demanda una democracia plena que promueva la convivencia pacífica y que nos permita concentrarnos en la economía; así afrontaríamos los múltiples problemas que debe superar la tan ansiada reactivación.
* Ha sido presidente del Senado y ministro de Economía.