“Alicia en el país de las maravillas” no es una obra para niños. Publicada originalmente en 1865, es una pieza literaria en la que se plantean diferentes “sociotipos”; es decir, integrantes de una sociedad con características claramente definidas.
Uno de esos personajes es la reina de corazones, una gobernante de mal carácter cuya reacción predominante frente a todo tipo de situaciones es proferir una orden casi inmutable: “¡que le corten la cabeza!”.
La representación del “sociotipo” de la reina de corazones es la de una persona déspota que solo puede reaccionar mediante la violencia. No razona, no se preocupa en analizar la situación, simplemente se enoja y ordena “¡que le corten la cabeza!”.
Traemos a colación este personaje debido a hechos que ocurrieron y están ocurriendo en torno al paro general indefinido en contra de las leyes que, a decir del movimiento cívico y de varios sectores nacionales, son atentatorias contra las libertades de los ciudadanos.
Hasta ahora, el Gobierno no ha podido demostrar que las observaciones de los movilizados en contra de un paquete de leyes no tienen sustento. Peor aún, tratándose de la Ley 1386, tanto el presidente Luis Arce como el expresidente Evo Morales han admitido que tenía artículos que afectaban los intereses de varios sectores de la economía nacional.
¿Cuál ha sido la respuesta a las demandas de quienes se manifiestan casi a diario en las calles del país? Aparte de la decisión de abrogar esa ley, de nuevo el discurso que gira en torno de las teorías conspirativas. Se ha llegado a calificar a todo este movimiento, que involucra también a sectores propios de las bases del MAS, como producto de un intento de “segundo golpe de Estado”.
El anuncio de la decisión de abrogar la Ley 1386 llegó de boca del presidente Arce, pero, antes, se armó de palabras nuevamente cargadas de beligerancia y, además, se hizo acompañar de varios dirigentes del Pacto de Unidad para mostrar una imagen de fortaleza ante la población movilizada en el país.
Así como vinieron haciéndolo de manera sistemática autoridades nacionales, algunos de los dirigentes de las denominadas organizaciones sociales, aliadas al MAS, identificaron como responsables del conflicto al presidente del Comité pro Santa Cruz, Rómulo Calvo, y al gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho. Últimamente, varios sumaron al presidente del Comité Cívico Potosinista (Comcipo), Juan Carlos Manuel.
Contra Calvo, los interculturales han dado un plazo de 48 horas para que se lo detenga por sedición y otros supuestos delitos. En cuanto a Manuel, se ha intentado armar toda una tramoya para culpar a Comcipo de la muerte del joven que cayó en los enfrentamientos en Potosí. Las “Bartolinas” llegaron a pedir la renuncia de la fiscal departamental, Roxana Choque, y de la defensora Vilma Martínez.
Pero interculturales y Bartolinas actúan igual que la reina de corazones de la obra de Carroll: solo ordenan “¡que les corten la cabeza!”.
Ayer, a los bastiones de la resistencia: Santa Cruz y Potosí, se plegó una plaza fuerte del país, como La Paz. Y Chuquisaca ratificó su adhesión al paro y bloqueo indefinidos.
Entretanto, la discusión en la Cámara de Diputados se centró en torno a un párrafo del proyecto de ley de abrogación (y más tarde, de otros tres), debido a la mala idea de incluir una “exposición de motivos” en la que se atacaba innecesariamente a los sectores que expresaron su desacuerdo con la norma. Tan es así que desde el mismo oficialismo, después de la protesta opositora, se recondujo el debate y finalmente resolvieron quitar el observado cuarto parágrafo.
A nuestro país le está faltando desprendimiento, sentido de hermandad. La mayoría en el Parlamento quiere aprobar leyes prescindiendo de las minorías, en lugar de procurar acercarse a ellas y buscar el consenso. Y lo más grave: ni siquiera socializa sus proyectos, con lo que la población no conoce lo que se aprueba.
Prueba de ese desencuentro es lo ocurrido hasta esta madrugada en la Cámara Baja, donde entre los discursos prevalecieron el rencor y la violencia verbal antes que la sosegada reflexión.