Ómicron, una amenaza peor

EDITORIAL Editorial Correo del Sur 01/12/2021
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La aparición de una nueva variante del SARS-CoV-2, más conocido como coronavirus, ha evidenciado que todavía estamos lejos de librarnos de la pandemia que ya ha cobrado millones de vidas en todo el mundo. Debido a que no se conoce aún su origen, capacidad de transmisión y alcances, se la ha bautizado como Ómicron, la decimoquinta letra del alfabeto griego.

Para tener una idea de qué se trata esta variación, lo primero que debemos saber es que se está expandiendo a gran velocidad por los países del sur de África y se han detectado casos confirmados en Europa. Ayer mismo, los primeros dos en Sudamérica, concretamente en Brasil.

Esta quinta forma del coronavirus ha comenzado a transmitirse en Sudáfrica y, ante la nueva amenaza, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió paciencia y no tomar medidas anticipadas.

Por el lado de la Comisión Europea, su presidenta, Úrsula Von der Leyen, insiste en extremar las precauciones ante esta nueva amenaza. Aumentan las prohibiciones de viaje hacia y desde los países del sur de África y los ministros de Salud de los países del G7 se reunirán pronto para decidir el camino a seguir.

En España se detectó un caso confirmado de Ómicron; se trata de una persona que ya se había vacunado y el Ministerio de Sanidad de ese país está estudiando un segundo caso sospechoso de la misma variante, una pasajera procedente de Sudáfrica vía Ámsterdam. Ambos están aislados y bajo seguimiento médico.

Los científicos sospechan que la gran cantidad de mutaciones de esta nueva variante ocurrieron juntas, en un “solo estallido”, lo que sugiere que puede haber evolucionado dentro de alguien con un sistema inmunológico debilitado. Y es que la principal razón del riesgo que supone esta variante es que tiene más de 30 mutaciones.

Lo cierto es que se sabe poco, en estos momentos, sobre ella, incluso cómo afectará a los infectados o los niveles de eficacia que aportan las vacunas contra ella. Por esta misma razón, es precipitado decir que pueden contagiarse también quienes han sido vacunados. De hecho, se sabe desde antes que la vacuna no impide, terminantemente, los contagios en general.

Frente a los casos confirmados hasta el momento, la propia OMS, que ha tenido un comportamiento conservador, polémico y muy criticado en el manejo de la pandemia en el mundo, la ha llamado una “variante preocupante” y los expertos no dudan en afirmar que Ómicron es la variante más misteriosa conocida hasta la fecha desde que el virus apareció, hace dos años.

La principal razón de la alarma mundial es su presunta alta transmisibilidad; pero también lo son las propiedades asociadas a mutaciones en la espícula del virus.

Los científicos han pedido unas semanas para estudiar y determinar los alcances de Ómicron y para saber dónde radican sus mayores amenazas. Mientras tanto, no queda otra alternativa que retomar las prácticas de bioseguridad que en el país y en otros lugares del planeta se están descuidando como si la pandemia hubiera terminado.

Esto es: el uso del barbijo, mantener distancia social, evitar las aglomeraciones y los lugares cerrados, y, principalmente, vacunar a la población.

En este último punto, Bolivia tiene un déficit —a estas alturas— lamentable, porque solo el 43,3% (menos de la mitad de la población) se ha protegido con la primera dosis y el 35,4%, con las dos. Frente a esta situación, crece la polémica posición de que no es concebible que la necesidad de la vacunación dependa de la voluntad de las personas y, en muchos casos, de absurdos prejuicios que aún subsisten en muchas de ellas.

Si bien la vacunación no es obligatoria, va siendo hora de que se adopten medidas de presión, como ya lo hacen muchos países donde los vacunadas tienen puertas abiertas para todo, mientras que los que no lo están no pueden acceder a determinados lugares y servicios.

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