Si la ley determina una serie de acciones u omisiones destinadas a evitar el contagio masivo de una enfermedad, aquel que va en contra de ella, ¿qué es? Según el Diccionario de la Lengua Española, ‘delito’ es, en su primera acepción, “culpa, quebrantamiento de la ley”.
Ese razonamiento es tan elemental que no se puede entender que, a estas alturas de la pandemia de covid-19, todavía existan personas —o grupos de personas— que sigan haciendo campaña en contra de la vacunación.
Las cifras oficiales son espeluznantes. Ayer, en un solo día, el Ministerio de Salud reportó más de 11 mil casos confirmados de covid en los nueve departamentos. Como viene ocurriendo desde hace más de un año, Santa Cruz está a la cabeza.
El cuadro de Santa Cruz da para asustarse, tanto que el Gobierno central ha enviado a la capital oriental 187 médicos divididos en 17 brigadas y 33 ambulancias para vacunar, realizar diagnósticos gratuitos y entregar kits de medicamentos en recorridos por los barrios.
El ministro de Salud, Jeyson Auza, prácticamente ha trasladado su oficina a esa ciudad y se lo ve activo, aunque hay quienes le reclaman coordinación con las autoridades locales y departamentales.
Otro drama se vive en los centros de vacunación: desde la semana pasada, las colas han ido en aumento. La gente hace fila desde la madrugada, el sistema informático se ha tornado excesivamente lento y los pacientes protestan porque, en algunos casos, los puntos de vacunación se cierran a mediodía. Esta realidad no ha cambiado en Santa Cruz de la Sierra, pese a la decisión del Gobierno de suspender temporalmente la exigencia del carnet de vacunación. Y lo mismo se ha visto en ciudades más pequeñas como Sucre, cuyas cifras de contagios suben cada día y no dejan de preocupar.
En una emergencia sanitaria como la que está afrontando el país, la vacunación bien podría ser una tarea de 24 horas con turnos de personal para facilitarles a las personas el acceso a la inmunización, sin necesidad de hacer grandes esfuerzos en los que, a fuerza de aglomeraciones, comprometen paradójicamente la salud que quieren cuidar.
Pero… la vacunación, y todos los demás esfuerzos que se hagan, deben estar acompañados de mejores campañas para seguir convenciendo a quienes aún se empeñan en desvirtuar las medidas tendientes a proteger a la población.
Ayer mismo, mientras las cifras de contagiados se disparaban, las capitales de departamento fueron escenario de marchas protagonizadas por minúsculos grupos de personas que comenzaron manifestándose en contra del uso del barbijo y terminaron organizando campañas de rechazo a las vacunas anticovid.
De los más de 11 mil contagiados de ayer en Bolivia, más de la mitad viven en el departamento de Santa Cruz, pero otras cifras son para asustarse. Chuquisaca reportó 806 casos confirmados, casi tantos como La Paz, cuyo número de habitantes es mucho mayor, en tanto que Potosí pasó de una media última del centenar a más de 400 positivos en un solo día.
Las cifras no mienten: la mayoría de los contagiados y de fallecidos corresponden a gente que no se ha vacunado. Promover campañas para no vacunarse se parece mucho a la comisión de delitos, aquellos relacionados con la salud pública.