Desde que Evo Morales expresó públicamente sus reparos al gabinete de Luis Arce, se dio por descontada una crisis de gabinete que, según los trascendidos, podría producirse en esta semana y significaría el retorno de algunas figuras del gobierno del líder cocalero.
Los rumores van aparejados con los de una división del gobernante MAS en tres frentes: uno liderado por el presidente Luis Arce, otro por el vicepresidente David Choquehuanca y el último por el propio Morales.
Si recordamos que esta no es la primera vez que se habla de división en este partido, llegaremos a la conclusión lógica de que se trata de algo que se repite en el MAS y que, probablemente, este fenómeno esté vinculado a algunos de sus rasgos ideológicos. Pero, esa supuesta división no es exclusiva del partido en función de gobierno.
Se dice que la estructura organizacional de los incas se basaba en la división entre “anan”, los de arriba, y “urin”, los de abajo. Con ese antecedente histórico, algunos buscan encontrar explicaciones a la tendencia que tenemos los bolivianos a dividirnos.
Durante el tiempo que lleva en el poder, tanto en el largo periodo de Morales como en el actual de Arce, el MAS mostró una unidad orgánica monolítica que solo se fracturó en pocas ocasiones, por ejemplo cuando se dieron las disputas internas a la hora de definir el binomio para las elecciones de 2020. Finalmente se decantaron el que constituyeron el ahora presidente y David Choquehuanca, pero, hasta ese episodio se ha perdido ya en las brumas del pasado.
Por lo demás, habrá que recordar que las disidencias daban lugar a los alejamientos de sus militantes o simpatizantes y, eventualmente, a las expulsiones. La salida más sonada fue la de Filemón Escóbar, porque era el principal ideólogo del partido, mientras que, a nivel colectivo, también fue célebre el surgimiento de los “librepensantes”.
¿Habrá, realmente, tres frentes o estamos ante una pugna de poder provocada por el mismo Morales, de quien siempre se dijo que busca a toda costa volver a gobernar como presidente?
Aun cuando se actuó al margen de Morales, como cuando se eligió al último binomio, el MAS nunca consultó a sus bases, y si lo hizo fue para darles a sus decisiones una apariencia de decisión colectiva. Tanto se acostumbró a eso que los deseos de Morales de volver a postularse a la presidencia, aun yendo en contra de la Constitución Política del Estado, fueron justificados por una supuesta decisión popular. Llegó al extremo de decir que él no quería ser candidato, pero que el pueblo lo empujaba a postularse nuevamente. Se olvidaba en ese momento de que el pueblo, una mayoría de votantes, le había dicho “No” en el referéndum del 21 de febrero de 2016.
Ahora las cosas han cambiado y Morales ya no puede decir lo mismo. Por eso no sería raro que estuviera buscando tener un poder mayor que el que ya tiene, pese a no ejercer directamente la presidencia.
Entre tanto, con o sin la participación de Morales (eso no lo sabremos nunca), crece la presión sobre el presidente Arce, al que diferentes organizaciones sociales le exigen cambios radicales dentro de su gabinete ministerial.
Son varias las cabezas que podrían rodar en los próximos días, si acaso el primer mandatario atiende las demandas de los sectores que ha vuelto a encabezar el denominado Pacto de Unidad.
Entre ellas, sobre todo, se mencionan los nombres del ministro de Gobierno, Eduardo del Castillo, y del ministro de Justicia, Iván Lima. Aunque la lista de observados no se queda en solamente ellos dos.