Según entidades especializadas, el desarrollo de tecnología ya ha hecho a la energía renovable muy competitiva frente a la energía fósil y en breve será más barata, simplemente porque sus fuentes, el sol y el viento, son gratis. Los paneles solares son cada vez más baratos y livianos, adaptados a todas las condiciones. Las baterías y las máquinas de electrolisis –que con energía renovable convierten agua en el combustible hidrógeno– aumentan en capacidad y eficiencia. En las últimas tres décadas, la capacidad de generación de energía renovable en el mundo crecía en 44% por año, lo que llevó a una reducción exponencial de los costos.
Por ello, nuevas inversiones en generación de energía se vuelcan a las renovables, inclusive las de históricas empresas petroleras. Una central termoeléctrica se vuelve una inversión injustificable frente a proyectos solares y eólicos. Si añadimos que los últimos ayudan a contrarrestar los cambios climatológicos, evitando enormes costos causados por desastres naturales, está claro lo que es más conveniente para la economía. A nivel mundial, esta transición energética significará un ahorro neto de billones de dólares.
La forma preponderante para la utilización de energía será la electricidad, por su aplicabilidad, flexibilidad y minimización de pérdidas en su transformación en potencia y luz. Por ejemplo, un motor de combustión pierde dos tercios en calor, su par eléctrico solamente la décima parte. Hidrógeno será la segunda forma. Un factor clave para ambas es el transporte, para lo que se necesita incrementar la capacidad y alcance de redes eléctricas; para el hidrógeno se podrán utilizar los ductos ahora en uso por combustibles fósiles.
Bolivia, por su ubicación, geografía y espacio, es un país privilegiado para aprovechar al máximo y con alta competitividad la energía renovable a partir de sol y viento. El impacto no se limitará solamente al sector energético, pues, países con óptimas condiciones de generar energía renovable serán atractivos para establecer industria intensiva en energía, como la metalurgia, cemento, etc. También la agricultura intensiva, con luz artificial y mínima demanda de agua, adecuada para regiones secas y frías, será más factible.
Por lo tanto, urge una estrategia de transición energética de fósil hacia renovable en la industria, el transporte y lo doméstico, más aún porque la producción de gas está en bajada y la importación de diésel y gasolina en las nubes. Un tema para desarrollar entre sector público y privado es la promoción y facilitación de la generación distribuida, por particulares y empresas, aplicando la normativa ya existente. También, el diseño de una nueva política de subsidios, que paulatinamente deberían beneficiar a la energía solar en vez del gas, diésel y gasolina. Asimismo, el litio puede ser parte de la estrategia, para que no sea solamente exportación de materia prima, sino motor de desarrollo nacional.
Una tarea inmediata es formar profesionales en todos los aspectos de la energía renovable, desde diseñar proyectos y políticas, construcción, instalación, mantenimiento, promoción, etc. Un desafío para universidades, entidades estatales y empresariales.