Los nacionalizadores que no vieron Plaza Sésamo

RAÍCES Y ANTENAS Gonzalo Chávez A. 13/02/2022
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Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2021, las importaciones de diésel y gasolina sumaron $us 2.211 millones, y las exportaciones de gas natural alcanzaron los $us 2.253 millones. En el 2014, las exportaciones alcanzaban a $us 6.000 millones y las compras del exterior estaban en torno a los $us 1.000 millones. Había un superávit de $us 5.000 millones. Ahora, el superávit es mínimo: 42 millones de verdes. La caída se explica tanto caídas tanto en volumen como en precios.

La producción de gas natural viene declinando. En el 2014, fue superior a 60 millones  de metros cúbicos por día (MMCD). En el 2021, puede que llegue a 45 MMCD. El gas se está haciendo gas.

Debido a la reducción de las exportaciones y la producción de gas natural, también hubo una caída fuerte de los ingresos impositivos provenientes de hidrocarburos.

¿Qué está pasando? ¿La nacionalización dejó de funcionar? La Pachamama se enojó y guardó sus tisidas? ¿Es una más de las conspiraciones del imperio? ¿La culpa la tiene el gobierno de Áñez?

Para explicar el achicamiento del sector energético permítame contarle la historia, hermano revolucionario, que de chico no vio el famoso programa infantil “Plaza Sésamo”, por lo que no entendió el concepto proporciones y, por lo tanto, está matando a la gallina de los huevos de oro.

Cabe recordar que el programa era muy divertido. En él, monstruos come galletas enseñaban las nociones de cerca y distante. Un pájaro amarillo desengonzado enseñaba a sumar, restar y multiplicar haciendo piruetas. Una rana verde aleccionaba el abecedario. Y Enrique tomaba baño con su patito de hule y siempre tenía una pregunta curiosa para su cuate, Beto. En una oportunidad se dirigió a su dilecto amigo y le dijo: “¿Qué es lo que quieres, Enrique, una proporción más chica de una pizza que crece o un pedazo más grande de una pizza que decrece?”. La idea era entender la noción de proporciones.

Una de las mentiras estadísticas más grandes de los últimos años es que, antes de la nacionalización, Bolivia se quedaba solo con el 18% de las rentas del gas y los transnacionales se llevaban el 82%. Con la gloriosa nacionalización, se habría invertido la ecuación: ahora, el Estado boliviano se apropiaba del 82% y las transnacionales se quedaban con tan solo el 18%. Las proporciones que se repartían el Estado y las empresas dependían del tipo de campo y no eran tan desiguales, como demostró un excelente libro de Mauricio Medinaceli: “La Nacionalización del Nuevo Milenio”. Pero, para fines de este artículo, supongamos que el 82/18 era verdadero. 

Enrique, el más sensato de la plaza de la empresa estatal, sigue con su ilustración y dice: “imagínate que la pizza gigante tiene 100 pedazos”. Beto grita: “¡Deli!”. Con la nacionalización, el Estado boliviano se quedaría con 82 pedazos y los malditos chupasangres se van tan solo con 18. Beto y sus amigos saltan de alegría y levantan felices el puño izquierdo. Se inicia tremenda fiesta, lacrimógenos discursos, cotillón y putus putus al viento. Toda la vecindad del barrio organiza una emotiva hora cívica y se reparte la pizza sin medida ni clemencia. Enrique está desesperado y no encuentra su patito de huele en la gigante piscina que ha substituido su bañera. Ahora, Elmo y sus amigos, el monstruo de las galletas ha llamado a todos sus amigos y han formado un poderoso sindicato, la rana René trajo a toda su familia, inclusive, el antes circunspecto Pájaro Amarrillo disfruta de la fiesta en la enorme alberca con todos los plumíferos de la comarca.

Pasan los años, ahora hay tres piscinas y el fiestón es gigante, pero ahora la pizza no alcanza para todos. Se ha achicado a poco más de la mitad, 60, ahora el Estado recibe tan solo 49 pedazos y los vampiros externos se quedan con 11.

Enrique vocifera desapareado: “hermanos y compañeros, el nombre de juego es hacer crecer la pizza de gas natural. Necesitamos invertir, ya sea nosotros o las empresas extranjeras, en hornos y tener más harina y tomates. Explorar más pozos. Aumentar las reservas”. Sus amigos en alborozo le gritan: “¡Aguafiestas! ¡Vende galletas! ¡Caga leche! ¡Corcho neoliberal!”.

Enrique, que siempre fue aplicado y sensato, insiste con su explicación. Supongamos que, incentivando con una mayor proporción del negocio, las empresas extranjeras hubieran encontrado más gas y desarrollado más mercados. En suma, habría más pizza para todos. Tal vez esto podría ser posible con una proporción de 55% para Bolivia y 45% para la inversión extranjera directa. Esto podría hacer crecer la pizza a 150. Los transnacionales tendrían los incentivos financieros para tomar más riesgos e invertir en más pozos exploratorios. Por supuesto, también habría que respetar las reglas de juego, la seguridad jurídica.

En este caso, Bolivia se quedaría con 82,5 pizzas y los extranjeros se llevarían 67,5. En los años siguientes, la pizza crecería a 200 y para el pueblo quedaría 110 y 90 para las empresas externas, y así sucesivamente. Lo que interesa es que vivamos comiendo pizza los próximos 50 años. Es decir, hacer crecer la pizza y aumentar los flujos de ingresos por la venta del gas natural en el mediano y largo plazo.

La rana René retruca. Nada de batracios extranjeros. En este charco solo cantan nuestros sapitos, compañero Enrique. Pero Reneco, mi verde amigo, nuestros monstros come galletas de la empresa estatal, en todos estos años, solo encontraron una mejor vida, jugosos salarios, pero no más gas. Redujeron el tamaño de la pizza.

Enrique, muy acongojado, reclama: Parece que lo que enseño a los niños hace décadas no se aplica en nuestra Plaza Sésamo. Mordieron la pizza en un gran tamaño, pero esta se achicó. Otra vez, jovenas: ¿Qué quieren? ¿una proporción más grande de algo que decrece o una proporción menor de algo que crece? Y por favor. ¡Devuélvanme mi patito hule! ¡Alguien me lo robó!

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